Hora de Córdoba
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Si estos son los expertos…
cómo serán los ignorantes!


por Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
Octubre 6, 2008

Una invasión de pingüinos en las costas de Brasil ha dejado a los expertos con sus libros quemados. Sin embargo, las cosas no son tan complicadas de explicar.

Es muy frecuente comprobar que los llamados “expertos” no saben de qué están hablando –y jamás tendrán el coraje y la decencia de decir: “Discúlpeme, no lo sé,” y se lanzan a dar explicaciones alambicadas que sólo terminan demostrando que a veces no hay peor ciego que el que se niega a ver, o que están intentado zafar del apuro con explicaciones complicadas que esperan que los oyentes no pueden comprender.

En los últimos días de septiembre pasado se notó una abundante cantidad de pingüinos Magallanes que aparecieron en las costas brasileñas, llegando tan al norte como Recife y Fortaleza. La primera reacción de los periodistas, incitados por declaraciones de los Expertos” fue culpar al calentamiento global del extraño suceso. No es que los pingüinos sean raros de ver en Brasil, dado que es allí donde los pingüi-nos Magallanes pasan el invierno antes de nadar hacia el sur hasta Punta Tombo, en las costas de Chubut. Lo desusado ha sido el gran número de ellos. El Washington Post, el gran impulsor de la “tonteoría” del calentamiento global y otras exageraciones de los grupos ecologistas, lo refleja en su edición impresa y en su página web bajo el sugestivo título:

En las Soleadas Playas de Brasil,
Una Desconcertante Invasión de Pingüinos

[Fuente: Washington Post Online Octubre 3, 2008]



El artículo está escrito al clásico estilo de las notas que presentan al asunto de marras con relatos laterales –intentando captar la simpatía del lector- para proporcionar algunos datos técnicos y cientí-ficos más adelante, extraídos de las declaraciones de expertos que reconocen estar totalmente per-plejos ante el asunto aunque, por las dudas, habría que atribuirlo al calentamiento global. ¿A quien otro? Esta ténica se hace cada día más monótona y aburrida.

Hablan de una carioca de 57 años, Cecilia Breves, que llevó ocho pingüinos a su casa y los alimenta con la ayuda de una amiga que tiene una ONG de ayuda a los pajaritos. Sigue diciendo el Post:

La enorme cantidad de pingüinos que han aparecido en las soleadas playas de Brasil este año ha confundido a casi todo el mundo que entre en contacto con ellos. Cada verano y a principios del otoño, se espera que algunos pingüinos Magallanes, gris y blanco deriven hasta aquí, llevados por las corrientes marinas más de 3000 kilómetros al norte de sus hogares en el sur de Argentina, cerca de fondo del mundo.

Este año es diferente. Algo así como una migración al estilo “tazón de polvo” marítimo, más de 1000 de estos pingüinos han flotado hasta las costas brasileñas, tan al norte como casi el ecua-dor. Al momento de que sus patas espatulazas tocan la arena, muchos están delgados y exhaus-tos, muchas veces habiendo perdido tres cuartas partes de su peso corporal. Más todavía han muerto.

En realidad, los pingüinos Magallanes pasan la mitad del tempo en Brasil y la otra mitad en Punta Tombo, adonde llegan desde el norte en una cantidad de alrededor de 200.000 parejas monógamas. Siempre vuelven al mismo nido que usaron el año anterior. El macho llega primero y se pone en la tarea de arre-glarlo y dejarlo listo para cuando la “bruja” llegue para poner sus huevos. Luego del nacimiento de los polluelos y de unos meses enseñándoles a sobrevivir inician su retorno al Brasil buscando el calor que comienza a faltar en las costas argentinas. Nos hace preguntarnos si a los pingüinos les gusta el frío como es la creencia popular.

Un raid de natación de tal naturaleza (3000 km) es razón suficiente para la pérdida de peso de las aves, lo mismo que las golondrinas que todos años emigran desde Goya, corrientes y llegan en 30 días al con-vento de San Juan Capistrano en California, pierden una gran cantidad de la grasa corporal que acumu-laron durante el verano correntino. Sigue diciendo el Post:

”Este año es completamente anómalo,” dijo Lauro Barcellos, 51, un oceanógrafo que fundó un centro de rehabilitación para pingüinos en el sur de Brasil. “…yo he trabajado en este campo durante 35 años, y nunca he visto nada como esto.”

El hecho que hace 35 años que trabaja rehabilitando pingüinos es muestra de que el cansancio y el mal estado de los pingüinos al término del viaje es algo normal. Como también es normal que las aves vayan y vengan desde Brasil y Argentina y repitan el ciclo todos los años. Pero queda todavía por resolver el asunto de la gran cantidad de este año. Sigue el Post:

Mientras que algunos científicos han sugerido que el cambio climático puede estar jugando su rol en la invasión de pingüinos, hasta ahora la pregunta básica permanece sin respuesta: ¿Qué está pasando exactamente?
      “Nadie está realmente seguro sobre esto,” dice Ricardo Burgo Braga, un estudiante graduado en biogeografía polar en el sur de Brasil que estuvo estudiando el fenómeno.
      Es normal para los pingüinos Magallanes, que pasan meses en el océano, dejar sus colonias en el sur de Argentina y montar sobre la helada corriente de las Malvinas [Falkland en el original], rica en plancton, que fluye hacia el norte a lo largo de la costa de Sudamérica desde la Antártida en busca de sardinas. Las ondas de una segunda corriente, la Benguela del sudoeste de África, se mueve atravesando el Atlántico en dirección de Brasil. Aunque que los pingüinos regresan cuando se topan con la más cálida corriente Benguela, esta corriente este año ha sido “excepcional-mente fría”, dijo Braga. "Añadido a esto, la Corriente de las Malvinas, fortalecida por fuertes vientos, ha sido particularmente fuerte.”
      “Esto es una situación normal, pero es la intensificación de esto lo que estamos tratando de comprender,” dijo Braga.
      Mientras que el cambio climático ha sido implicado en el derretimiento de los casquetes polares y la transformación de partes de las selvas del Amazonas en una sabana más seca, algunos científicos dicen que no hay suficiente información sobre la manera en que los cambios destiempo están manejando a estas corrientes.”

No hay peor ciego…

La respuesta la tienen justo debajo de sus narices, pero se niegan a verla. Dicen los “calentones” que las aguas del mar se están calentando. No es así. Las más de 3200 boyas del Programa Argo dicen que no –y que hasta hay un ligero enfriamiento global. Una corriente Benguella más fría este año que en los anteriores apoya esa conclusión. Los pingüinos que venían nadando en la helada corriente de las Malvi-nas siguieron montados en la más fría corriente Benguela porque creyeron que seguían en la de las Mal-vinas. Pero la Benguela, mucho más fuerte que la otra los llevó directamente hasta las playas brasileñas bien al norte, pasando las costas de Río de Janeiro, Bahía y muchos recalaron en Fortaleza.

El asunto está demasiado claro: un calentamiento que se ha revertido desde el año 2001, y un enfria-miento provocado por el descenso de la actividad solar, ha enfriado a las corrientes marinas, algunas más que otras. El extremo noreste del Pacífico ha comenzado a enfriarse, lanzando a la Oscilación De-cadal del Pacífico a su fase fría. Con ello se han reducido las temperaturas de Alaska, y hoy las tempe-raturas de la superficie del mar en la región son entre 3 y 8 grados centígrados más frías que el año pasado.

Las aguas de la costa oeste de Sudamérica, especialmente en Perú se han enfriado causando una menor evaporación de sus aguas reduciendo así las lluvias en la Cordillera Blanca del Perú. Los granjeros de la cordillera peruana se quejan de que sus cultivos sufren por la escasez de lluvias. El cuadro se completa con datos de todas partes del mundo que dan cuenta de un aumento en las heladas tempra-nas y de las heladas tardías, indicando que los inviernos se presentan antes y se alejan más tarde. La única explicación: el planeta se enfría –por desgracia.

Pero lo revelador de la tozudez de los “expertos” se ven en las declaraciones que siguen:

“Esto es extremo, pero no tenemos estadísticas sobre el número de pingüinos y las temperatu-ras del océano,” dijo José Marengo, un climatólogo del Instituto Brasileño de Investigación Espa-cial, y miembro del Panel Intergubernamental del Cambio Climático. “Algunas de las incertezas más importantes que tenemos son acerca de las corrientes oceánicas.”

“A confesión de parte, relevo de pruebas,” dicen los abogados. El “experto” brasileño del IPCC reconoce que saben poco y nada sobre las temperaturas de las aguas del mar y sobre las corrientes oceánicas. Pero, cargando con un bagaje inmenso de desconocimientos sobre factores fundamentales en el control del clima, tienen el coraje de afirmar, con una seguridad del 90 al 95 por ciento que el calentamiento es causado por el hombre y que las temperaturas subirán entre 1,5 y 5,8ºC para el fin del Siglo 21. Entre la fe que se tienen en sus profecías y una buena tirada de cartas de Tarot no hay ninguna diferencia.

Dicen que aunque han visto cambios en los océanos en la región de Brasil, no saben dónde ni por qué termina la corriente fría de las Malvinas. Dice el experto de la Universidad de Maryland que la pregunta para el futuro, para la cual no tienen respuesta, es ¿Cómo se analiza este cambio contra el fondo del cambio climático?” la explicación para su ceguera es que están deslumbrados por la absurda teoría del efecto invernadero del dióxido de carbono y su presunta acción “calentadora” de la atmósfera y de la superficie de la Tierra. Su fe, realmente “ciega” les impide ver la enorme cantidad de evidencias concre-tas del enfriamiento que se ha iniciado de manera muy notable desde que el sol llegó a su máxima acti-vidad en 2003 y ha comenzado una fuerte disminución que e compara a los severos mínimos solares Dalton (1795-1821) y Maunder (1640-1715).

El resto del artículo del Post es un relato de situaciones anecdóticas que no vale la pena repetir. Termi-na el artículo con las declaraciones de las señoras cariocas Breve y su amiga Lucia Estrella, la de la ONG que protege pajaritos:

“No creo que la gente deba tener pingüinos como mascotas, pero no estoy de acuerdo con que tomen a un pingüino que ha sido alimentado y cuidado y lo envíen nuevamente al océano. Si no hace un trabajo bien hecho, los está enviando a la muerte.”

¿Cuál será un trabajo bien hecho? Un pingüino de regreso a su hábitat natural, fuerte y recuperado en su condición física, estará en perfectas condiciones de buscar su alimento y reunirse con su pareja para seguir procreando y permitiendo la continuidad de la especie.

Después que Estrella terminó de abrirle el pico a un débil pingüino y alimentarlo con sus sardinas congeladas, ella contempló feliz cómo el ave agitaba sus aletas bajo el cálido sol tropical. Una vista majestuosa de la ciudad y el mar se veía debajo de ellas en el día brillante. “¿No es esto mejor que estar nadando, perdido en las olas?”.

Para usted, loro de la Mata Atlántica, puede ser, señora Estrella, pero no para un pingüino que tiene al mar como su hogar! ¡Por Dios! No hay derecho a ser tan imbécil!

Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC

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