Un abogado antiguamente en la firma Enron, acaba de publicar el libro, “Mentiras Calientes” (Red Hot Lies). Recuerde usted que esta sociedad quebró fraudulentamente durante la primera parte del reinado de Bush. En su libro Christopher Horner revela los detalles sórdidos del asunto. Había sido contratado por Enron en 1007 y nombrado director de relaciones con el gobierno federal.
Desde su nombramiento recibió como misión principal de poner en pie a un tratado internacional contra el calentamiento climático. Cuando osó hacerle notar a sus directores que un plan de esa naturaleza se basaba en pruebas científicas muy débiles pero que eran más de interés de algunos grupos financieros y petroleros, y que se parecía a la Prohibición de los años 20 donde los Bautistas hicieron coalición con los contrabandistas de alcohol, le hicieron notar que sería mejor que mirase hacia otro lado y comenzara a trabajar en la tarea encomendada.
Enron era la propietaria y la operadora de una red de gasoductos y quería eliminar la competencia del carbón. Todo se basaría en un sistema de créditos y penalidades sobre las emisiones anuales de CO2. Enron estaría entonces en el centro de un comercio de derechos y de certificados de emisión. El primer consultor reclutado fue James Hansen de la NASA. Había sido él quine lanzara la fobia del calentamiento global en 1988 en una declaración grandilocuente ante el Congreso americano.
Por otra parte reincidió este año con otras declaraciones apocalípticas sobre el calentamiento global, des-pués de falsificar las mediciones de los satélites de los últimos diez años porque indicaban un enfriamiento global. Otro recluta de la primera hora fue Al Gore. Devenido vicepresidente de los Estados Unidos donde fue un actor principal en esta combinación. Los filántropos en Enron gastaron sin remilgos para comprar la buena voluntad de otros políticos y consagraron casi $1,5 millones de dólares hacia fines de los años 90 para mantener a grupos ecologistas que apoyaran a su programa.
Era una inversión que prometía jugosos dividendos. Confiados en su estrategia después de la firma del Protocolo de Kioto, Enron le compró a General Electric la compañía más grande de energía solar del mundo, GE Wind, y se convirtió en co-propietaria, junto con Amoco-British Petroleum, de la compañía de energía solar más grande del mundo.
Pero, con la elección de Bush, el castillo de naipes se derrumba y Enron quiebra. No a causa del conoci-miento en climatología de Bush sino a causa de la acción del lobby de los carboneros y de otros hombres de negocios y senadores que se dieron cuenta de la colosal estafa de Enron.
Pero una idea genial como la de los certificados de emisión de CO2 de Kioto no podía morir. Ello permitiría que miles de expertos hicieran turismo gratis entre Río, Kioto y Buenos Aires, Bali y Poznan. Al Gore conocía muy bien el legajo y es necesario reconocer con admiración que tuvo éxito de imponer a la mayor parte de nuestros políticos, banqueros y profesores de enseñanza secundaria un chanchullo colosal del que se reirán nuestros nietos. Esperamos que los años 2007 y 2008, que hacen pensar a muchos el advenimiento de un nuevo período glacial, debería hacer que nuestros ministros consagren nuestro dinero a otra cosa que no sea llenar los bolsillos de los mercaderes de indulgencias y de certificados de buena conducta.
Pierre Lutgen.
Dr. En Química
Luxemburgo
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