Hora de Córdoba |
Por Steven Milloy
Agosto, 2, 2007
El calentamiento global "Desbocado", la fantasía climática de los alarmistas lanzada sobre el público, no ha sido aún capturado, pero al menos parece haber sido acorralado por la nueva información de los investigadores en la Universidad de Alabama-Huntsville (UAH).
En un estudio publicado en el Geophysical Research Letters, de la American Geophysical Union, el 9 de agosto pasado, los investigadores de la UAH proporcionan una evidencia más del mundo real sobre la naturaleza auto regulada de la atmósfera. Si posteriores investigaciones confirman este particular mecanismo auto regulador, representará otro duro golpe para la hipótesis científica que los alarmistas climáticos han venido mostrando.
Los calentadores globales afirman que los crecientes niveles de gases invernadero están elevando la temperatura global. Pero aún si esta afirmación fuese cierta .y hay muchas razones para ser escéptico- los gases de invernadero podrían sólo calentar al planeta así tantito. Una de las predicciones citadas con mucha frecuencia acerca del potencial de calentamiento es que una duplicación de los niveles de dióxido de carbono atmosférico de los niveles pre-industriales –de 280 a 560 ppm- serían suficientes para hacer que la temperatura global aumentara en unos 1.2º C.
Pero un calentamiento tan modesto es muy improbable que cause un cambio catastrófico del clima. Al actual nivel del dióxido de carbono atmosférico de 380 ppm, ya hemos observado casi la mitad del cambio de temperatura profetizado sin haber experimentado ningún caos climático.
Reconociendo la naturaleza dudosa de tal cambio de temperatura, el campo del alarmismo se movió a una nueva posición con la hipótesis de que aún un cambio tan pequeño como este causará cambios irreversibles en la atmósfera que, a su vez, causará más calentamiento todavía. Estos clamados ciclos de “realimentación positiva,” se amontonarán uno encima del otro para causar un calentamiento desbocado, según afirman los alarmistas.
Por ejemplo, los existentes modelos del clima asumen que una atmósfera más cálida provocará un aumento de las nubes de mucha altura (los cirros) que es una realimentación positiva dado que los cirros atrapan la radiación infrarroja emitida por la Tierra.
Cuando a una computadora turbo-cargada con realimentación positiva se la alimenta con ese escenario de calentamiento, el calentamiento estimado resultante aumenta 250 por ciento, hasta 3º C. Muchos han cuestionado la validez del mecanismo hipotético de realimentación positiva. Por ejemplo, el Dr. Richard Lindzen del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), propuso en el 2001 una explica-ción llamada el “efecto iris,” del por qué una amplificación del calentamiento nunca se ha dado en la historia.
Basado en un conjunto limitado de datos, Lindzen formuló la hipótesis que los cirros y la humedad asociada en realidad actúan en oposición a los cambios de temperatura de la superficie. Cuando la superficie de la Tierra se calienta, supuso Lindzen, las nubes se abren para permitir que el calor escape el espacio exterior. A su vez, una superficie fría hace que las nubes se cierren y atrapen al calor.
Este elegante mecanismo autorregulador de la atmósfera fue rápidamente atacado por estar basado en datos limitados y la incapacidad de otros investigadores para poder identificar el efecto iris en otros conjuntos de nubes y temperaturas. Pero la nueva investigación de la Universidad de Alabama-Hunts-ville, apoya la validez del “efecto iris”.
Analizando seis años de datos de cuatro instrumentos a bordo de tres satélites de la NASA y el NOAA, los investigadores del UAH rastrearon cantidades de precipitación, temperaturas del aire y del mar, cobertura nubosa en altas y bajas altitudes, luz solar reflejada, y radiación infrarroja escapando hacia el espacio.
En lugar de la realimentación positiva hipotética de los modelos climáticos, los datos de la UAH en rea-lidad muestran una poderosa realimentación negativa. A medida de que la atmósfera tropical se calienta, la cobertura de cirros disminuye, permitiendo que los rayos infrarrojos escapen de la at-mósfera al espacio exterior. “Para dar una idea de lo poderoso que es este mecanismo de enfriamien-to, si estuviese operando sobre el calentamiento global, reduciría las estimaciones [basadas en modelos climáticos] del futuro calentamiento global en un 75%,” dijo el investigador de la UAH, Roy Spencer en un parte de prensa.
“El rol de las nubes en el calentamiento global está ampliamente aceptado que es bastante incierto,” dijo. “Ahora, todos los modelos climáticos predicen que las nubes aumentarán el calentamiento. Le apuesto que si a las 'nubes' de los modelos climáticos se las hiciese comportarse de la manera que vemos que lo hacen en la vida real, el cambio de clima predicho para las próximas por los modelos se reduciría de manera sustancial.”
Si uno piensa en ello por un momento, nada de esto debería ser sorprendente. Como se explica en mayor detalle en Junkscience.com, si la realimentación positiva del calentamiento fuese realmente un factor dominante del clima, sería entonces muy fácil identificar al considerar un desusado y reciente evento del tiempo –el Niño 1997-98 que provocó que las temperaturas llegaran a un pico máximo desde 1934.
Pero dado que la Tierra se enfrió tan abruptamente como se había calentado, sólo podemos suponer que no ocurrió ninguna realimentación positiva. Nuestra experiencia con El Niño indica que la Tierra no está colgada precariamente de un umbral de temperatura crítico, más allá del cual comienza a funcionar un tipo de física desconocido por nosotros y un calentamiento desbocado comienza a ser una pesadilla auto perpetuada. El calentamiento estacional de los hemisferios –un evento anual bastante severo- también merece mencionarse. Las temperaturas medias globales del hemisferio norte, por ejemplo, se calientan 3,8ºC desde Enero hasta Julio todos los años sin que se produzca el auto-eterni-zado de la realimentación positiva.
Por consecuencia, es algo difícil ver al actual cambio climático global –que es de un estimado 0,6ºC (más o menos 0,2ºC durante los últimos 120 años) – como algo peligroso.
Sin lugar a dudas, el “efecto iris” necesitará de más investigaciones para confirmar su existencia. Pero al menos los datos del mundo real alientan esa investigación. Eso es mucho más de lo que se puede decir sobre la noción imaginaria de un clima desbocado y de los modelos climáticos que están prepara-dos para hacer creer que existe una ilusión.
Steven Milloy publica JunkScience.com y DemandDebate.com. Es un experto en ciencia basura, un partidario de la libre empresa y un becario adjunto en el Competitive Enterprise Institute.
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