Los ágapes globales pueden ser divertidos, lo que podría explicar la paradoja de la Conferencia de 12 días de las Naciones Unidas sobre el cambio de clima que terminó ayer en Montreal. Por un lado, los conferencistas redactaron la letra pequeña que hará “totalmente operativo” al Protocolo de Kioto de 1997, según el presidente de la conferencia, Stephane Dion.
Por el otro lado, aún quienes apoyan los cortes radicales en las emisiones de dióxido de carbono se están dando cuenta de que el Protocolo de Kioto es un fracasado instrumento para lograr sus metas. “La cruda verdad acerca de las políticas del cambio climático es que ningún país querrá sacrificar su economía para enfrentar este reto,” dijo el Primer Ministro Inglés Tony Blair.
Puede repetirlo las veces necesarias. India y China, que están exentas de los cortes de emisiones de Kioto, no tienen planes para someterse a esos mandatos en ningún momento del futuro, aunque China es el segundo mayor emisor de gases de inver-nadero. Los Estados Unidos han rechazado a Kioto de manera consistente. Esto ha sido cierto durante los años de Bush, pero también lo fue durante los años de Clinton. En 1997, el Senado de los Estados Unidos adoptó la Resolución Byrd-Hagel por 95 votos a cero, urgiendo a la administración Clinton no firmar ningún tratado climático que ”resultaría en serios perjuicios para la economía.” En 1998m Al Gore firmó el Protocolo, y sin embargo el Presidente Clinton, quien estuvo ayer en Montreal para fustigar a la administración de Bush por su inoperancia, jamás lo envió al Senado para su ratificación.
Y luego está el desempeño de los firmantes de Kioto en lograr sus propias metas de emisión. Kito requería que las naciones desarrolladas llevaran para el 2012 sus emisiones de gases de invernadero a un 5% por debajo de sus niveles de emisión de 1990. Sin embargo, en el 2003, las emisiones estuvieron por encima de los niveles de base de 1990 en más de un 10% en Italia y Japón, más de 20% en irlanda y Canadá, y mas del 40% en España.
Alemania e Inglaterra han cumplido con sus metas de Kioto, pero ha sido el resultado de eventos únicos en el tiempo: el colapso del carbón en Gran Bretaña y el cierre de la mayor parte de la base industrial de Alemania Oriental. Vistas la anémica economía alemana y las reducidas previsiones de crecimiento de Inglaterra, el apetito de ambos países por una costosa virtud ambiental no es probable que aumente.
Tampoco debería hacerlo. Aunque la muchedumbre de Montreal trata al calentamiento global antrópico como un hecho establecido, la ciencia por detrás de asunto de la predicción del clima a largo plazo permanece siendo dudosa, ambigua y esquemática, mientras que los beneficios de “hacer algo acerca de ello,” no están para nada claros.
Considérese los recientes sucesos. En 2003, los investigadores canadiense Stephen McIntyre y Ross McKitrick demostraron que el análisis “palo de hockey” –un elemento clave del dogma del calenta-miento global que pretende demostrar que las temperaturas globales se mantuvieron estables durante muchos años hasta que crecieron súbitamente en los últimos 100 años– estaba repleto de “errores de colación, truncados o extrapolaciones injustificables de las fuentes de datos, información obsoleta,” y así por delante. Los canadienses hallaron que el Período Cálido medieval había por cierto ocurrido, sugiriendo que los períodos de calentamiento y enfriamiento eran tendencias naturales sin relación alguna con los automóviles en las rutas.
En 2004, una conferencia de los más importantes economistas realizada en Copenhague para priorizar las necesidades ambientales del mundo, puso al calentamiento global en el último lugar de la lista. “Da-dos los beneficios de enfrentar al cambio climático], están muy lejos en el futuro y los sustanciales costos asociados con las proyecciones y las consecuencias, el cambio de clima no puede competir con otros asuntos urgentes que enfrentamos.”
Más recientemente, los científicos estuvieron luchando contra las distorsiones causadas por la erupción del Pinatubo en 1991. Esa erupción causó inicialmente un enfriamiento de los océanos del mundo; aho-ra las temperaturas están subiendo a medida de que el “efecto Pinatubo” se desarrolla y distorsiona la información de las tendencias a largo plazo. Los científicos también han notado un debilitamiento en las corrientes del Atlántico que mueven las aguas frías hacia el sur y las aguas cálidas hacia el norte, llevando a predicciones de que Gran Bretaña podría experimentar temperaturas al estilo de Siberia en las próximas décadas. Cualquier cosa que sea, no es “calentamiento.”
La lección que sacamos de esto es que las incertezas de la predicción del clima permanecen siendo inmensas. Y habiendo visto los costosos y fraudulentos miedos que hemos vivido hace poco –la enfermedad de las “vacas locas”, los alimentos modificados genéticamente– la manada del “Fin Está Próximo” debería ser llevado a un nivel de prueba más alto del que tuvo hasta ahora. Las necesidades de los pobres y enfermos del mundo son demasiado urgentes para derrochar limitados recursos económicos en lo que podría muy bien resultar ser otra falsa alarma.
Por suerte, hay otro juego en otra ciudad. El próximo mes, los Estados Unidos, Japón, China, Corea del Sur, India y Australia –colectivamente casi la mitad de la población mundial– se reunirán en Sydney para lanzar la sociedad Asia-pacífico. Al revés que Kioto, que enfrenta a los países subdesarrollados con los industrializados, la Sociedad es una colaboración para desarrollar recursos energéticos más limpios.
También al revés que Kioto, es una sociedad voluntaria que busca resolver los problemas ambientales mediante el crecimiento y la tecnología, y no por medio de metas y mecanismos de órdenes-y-control. Algunas de las soluciones tecnológicas –plantas de emisión cero, celdas de hidrógeno eficientes– podrían estar a décadas en el futuro. Pero también lo están las consecuencias en el mundo real del calentamiento global, si es que se materializa algún día.
De manera que los políticos y los activistas han comprometido tanto de su fe en el calentamiento global causado por el hombre, que eventos como Montreal seguirán ocurriendo a pesar de las evidencias. Pero cualquiera que se preocupe seriamente por las necesidades de los pobres –y del ambiente– necesita salir de debajo de la mano muerta de Kioto.
© 2005, The Wall Street Journal.Vea el tiempo en Argentina
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