Ha sido una semana un tanto extraña en el campo del calentamiento global y el cambio climático. Aparte de las consabidas y acostumbradas arremetidas de los medios de prensa con noticias sobre el derretimiento del Ártico, el aumento del CO2 a niveles jamás vistos en los últimos 650.000 años, el aumento de los huracanes, las sequías, las inundaciones, las olas de calor, las olas de frío, y demás elementos usados para infundir el terror entre los políticos y la gente, la COP-11 de Montreal está pasando sin pena ni gloria. ¿Por qué se le ha estado prestando tan poca atención a la COP-11, o Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático?
Probablemente sea a causa del espantoso frío que se abate sobre la región de Canadá donde se han reunido más de 10.000 delegados de todo el mundo, y algunos miles más de activistas que siempre están allí para presionar y hacer la claque necesaria para que las cámaras de televisión tengan un marco adecuado y multitudinario para sus informes. La televisoras creen que a la gente les gustan las multitudes, y que mientras más gente hay más razón tienen. Lo que vale, ¿es el peso del número o el peso de la Razón?
Se han reunido diez mil personas en Montreal para discutir la reducción del consumo de energías con vistas a disminuir la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera. Diez mil personas es un número grande, por cierto, tirando a elefantiásico diría yo, y se supone que los delegados no han venido caminando sino a bordo de enormes Jumbos 747 y Air Bus 280, transportados luego por varios miles de taxis desde el aeropuerto a sus hoteles –por lo general de 5 estrellas, donde la calefacción consume megawatts de energía y/o toneladas de fuel oil.
Sólo pensar en la “huella ecológica” y el “impacto ambiental” de una Conferencia tipo leviatán como esta nos debería hacer pensar cuánta sinceridad y honestidad hay entre los asistentes que discuten “reducir consumo, de energía y de cualquier otra cosa con el fin de salvar al planeta.”
Es realmente necesario aerotransportar más de 10.000 personas de 189 países a una ciudad helada para intercambiar ideas? ¿No hay Internet para hacer las cosas más fáciles? ¿O los sistemas de conversación entre varias partes simultáneas de las líneas telefónicas están descompuestos? ¿No hay faxes ya? En lo que respecta a este asunto de las reuniones y “conferencias cumbres”, los ecologistas no se diferencian en nada de los políticos. Hermosos sermones, palabras grandilocuentes –ejemplos ausentes (o contrarios a la tesis).
O quizás tiene poca cobertura de la prensa porque no han asistido estrellas de Rock famosas como en las últimas reuniones. ¿Qué importancia tiene una Cumbre Ambiental sin estrellas de Rock? Si no están Sting o Bono de U2, o Mick Jagger, la prensa no parece interesarse en “cumbrecitas” como esta de Montreal después de que las famosas estrellas se cansaron de “reducir la pobreza” del mundo hace un par de meses. (¿Se redujo en algo la pobreza?) Claro que ese era un proyecto de verano y ahora hace un frío que congela la médula.
Sin embargo, el humor no estuvo ausente de Montreal, a pesar de todo. Un parte de prensa Canadiense parecía escrito por Alicia del País de las Maravillas: “Decenas de miles de personas ignoraron las frígidas temperaturas del sábado para conducir un día de protesta mundial contra el calentamiento.” Mientras usaban abrigados gorros de lana y orejeras de piel los presentes cantaban, ”Se está poniendo caliente aquí!”. Puede ser un sentido homenaje a la diosa Gaia, pero no es para nada una convincente táctica de venta para convencer al mundo de que se está calentando de manera grave y acelerada. Nos hizo acordar del ex vicepresidente de Estados Unidos Al Gore cuando hace dos años reunió a la prensa y a la gente en un teatro de Nueva York para hablar del catastrófico calentamiento global –justo el día en que se batieron todos los récords de frío en el nordeste de los Estados Unidos. Nadie le creyó, por supuesto.
Volviendo a Montreal, en la misma demostración de ese día tan brutalmente helado, uno de los Sumos Sacerdotes de Greenpeace ofreció una brillantísima sinopsis de lo amplio y exhaustivo que es el concepto de “calentamiento global”: Según el sacerdote, “Calentamiento global puede significar más frío, puede significar más seco, y puede significar más húmedo.”
Bien, si “calor” puede significar frío, si calor puede significar seco, si calor puede significar húmedo, resulta justo preguntar si “calor” todavía sigue significando “calor”. Esta es la imponderable belleza del Calentamiento Global. Es una teoría que cubre cualquier y todas las posibilidades. Nada queda afuera. Más que una tesis parece ser una carpa de circo. Si miramos debajo hasta encontra-remos payasos.
La mayor incoherencia y desconexión con la realidad de esta Conferencia pantagruélica (beben champagne y comen a lo bestia) va mucho más allá de la falsa retórica. El tema es que Canadá es huésped de esta reunión circense y el desempeño de Canadá dentro del marco del Protocolo de Kioto no ha sido nada brillante –como no lo ha sido el de ninguna de las naciones firmantes, si vamos al caso. Las emisiones Canadienses de CO2 al aire son hoy 24% mayores que en 1990, y al firmar el Tratado se habían comprometido a reducirlas un 6% con respecto a esos niveles.
En consecuencia, para el presente año 2005 Canadá tiene una dispersión en exceso del 30% de lo que había prometido en 1997 emitir para estas fechas. Lo mismo puede decirse de países como España, Italia, Irlanda, Alemania, Gran Bretaña, Suecia, Japón, Portugal, Grecia, etc, donde el exceso de emisiones supera las promesas hechas en 1997 en cifras que van del 20% al 50%.
Curiosamente, los Estados Unidos, que no firmaron el Tratado de Kioto, están apenas un 13% por encima de sus niveles de 1990. Pero a pesar de ello, Estados Unidos sigue siendo el malo de la película mientras que los virtuosos países de Europa, que se matan montando Conferencias monstruosas para celebrar su sagrado compromiso, pasan por ser los mayores amantes del planeta. Quizás Kioto sea la palabra japonesa para Hipocresía.
Eduardo FerreyraVea el tiempo en Argentina
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