Por Prof. Paul Reiter (*)
Paris – La nueva campaña internacional anti-malaria del Presidente George W. Bush ha sido recibida con entusias-mo por las víctimas de la enfermedad, pero con seudo ciencia por parte de los comentaristas.
Eso no es desusado: Las falacias infectan todos los debates acerca del ambiente y afectan las políticas, el dinero de los contribuyentes y la vida de las víctimas. Los científicos hacen preguntas, formula hipótesis, diseñan experi-mentos, ven las evidencias, modifican las hipótesis y siguen investigando. Luego los activistas, los medios de prensa y la política se hacen cargo.
Fíjense en el cambio climático: El público escucha una y otra vez que hay un consenso científico, que está suce-diendo ahora y que estamos al borde del desastre. Esto es una tontería. Pero si nosotros los científicos no grita-mos “Peligro!” nadie nos escucha. Durante años el público ha sido alimentado con una rica dieta de Apocalipsis y condenación climática, cocinada y servida por los alarmistas que usan el lenguaje de la ciencia para impulsar sus agendas. Ahora, todos los políticos de cualquier clase tienen que abrazar el “consenso climático” o ser denigrados como callosos escépticos.
Yo no soy un climatólogo, ni tampoco un experto en nivel del mar o hielo polar. De modo que tomemos a la malaria. Durante 12 años mis colegas y yo hemos protestado en contra de los reclamos sin base científica de que el cambio climático está causando una extensión y un avance de las enfermedades. Hemos fracasado de manera miserable.
Recientemente, la Associated Press citó a un entomólogo afirmando la existencia de un brote de malaria en Karatina, Kenya, a 1868 metros de altura. El conmovedor artículo comenzaba, “”El suave llanto de los bebés quebró la quietud de la mañana cuando los padres les llevaban al hospital de la colina, uno por uno… debilitados por una enfermedad antes desconocida en las altas tierras de Kenya.”
Pero no hay nada nuevo acerca de la malaria en Karatina. Entre la Primera Guerra Mundial y los años 50, hubo 10 epidemias desastrosas en la región, y se extendieron mucho más arriba. Nosotros hicimos los estudios y desafia-mos a los alarmistas, pero ellos siguen ignorando los hechos.
En noviembre yo estaba en Nairobi junto a miles de personas asistiendo a la conferencia sobre el clima de las Naciones Unidas. Me pregunto cuántos habrán tomado comprimidos contra la malaria a causa de haber visto el film de Al Gore, “Una Verdad Incómoda,” que afirma que Nairobi estaba instalada en un lugar saludable “por encima de la línea de mosquitos”, pero que ahora está infestada con mosquitos –naturalmente, a causa del calentamiento global.
Las afirmaciones de Gore son engañosas por partida cuádruple. Nairobi estaba peligrosamente infestada cuando fue fundada; fue fundada para un ferrocarril, no por razones de salud; está ahora bastante libre de la malaria; y no se ha calentado.
El primer oficial médico de la ciudad, Dr. D.E. Boedeker, escribió que hasta para las primeras y antiguas caravanas de marfil y esclavos, Nairobi “había sido siempre reconocida como una localidad insalubre repleta de mosquitos.” En 1904, un comité de doctores “peticionó que todo el municipio fuese relocalizado simplemente porque era un infecto campo de enfermedades.”
Las cosas han cambiado. Mis colegas registraron cuidadosamente los registros del clima y de la malaria llevados por el staff de gerenciamiento de las tierras altas de cultivo de té, y publicaron sus resultados en la revista Nature. No hallaron evidencia de un cambio de clima de largo plazo, y notaron que las epidemias de malaria eran frecuentes hasta que en los años 50 apareció el DDT. El retorno de la malaria en los últimos 20 años se debió a muchos factores .la efectiva prohibición del DDT, la deforestación, la migración desde áreas altamente maláricas, resistencia a las drogas ye insecticidas y, sobre todo, a la pobreza.
Los alarmistas invocan constantemente como autoridad al Panel Intergubernamental del Cambio Climático. Sin embargo, ninguno de los que escriben las secciones sobre la malaria tienen relevantes credenciales de investi-gadores y muchos ni siquiera tienen credenciales científicas de ninguna clase. Y todo sigue así. El Informe Stern del gobierno Británico, publicado con mucha fanfarria a fines de octubre de 2006, predijo aumentos de la tempe-ratura que producirán hasta 80 millones nuevos casos de malaria.
Las afirmaciones se basan en un solo artículo que describe un simplista modelo matemático que ignoró olímpica-mente la más obvia realidad: La mayoría de los africanos ya viven en lugares cálidos donde pueden llegar a tener hasta 300 picaduras infecciosas cada año, aunque una sola es suficiente. El vaso ya está lleno hasta el borde.
El tiempo está fuera de nuestro control en su mayor parte, pero la malaria no. Mientras se derrochan miles de millones en prevención para el cambio climático y en grupos de presión política, la malaria se mantiene rampante, matando millones, haciendo que la vida sea miserable para cientos de millones de personas –como los niños de Keratina, donde la epidemia podría ser fácilmente eliminada a muy bajo costo.
Tenemos la esperanza de que la campaña “No Más Malaria” esté basada en ciencia sólida, a diferencia del actual esquema de la ONU “Roll Back Malaria,” (Volver atrás a la malaria), que ha visto un marcado incremento en víctimas desde 1998.
La seudo ciencia dañará su salud y su riqueza tan seguramente como lo haría la malaria.
Paul Reiter es un consejero de la Campaña Para la Lucha Contra las Enfermedades, y es director de la Unidad de Insectos y Enfermedades Infecciosas del Instituto Pasteur, en Paris. Ha trabajado para el Centro de Control de Enfermedades de los EEUU durante más de 20 años. Este artículo fue publicado originalmente en el International Herald Tribune.
La Campaña para la Lucha contra las Enfermedades es un proyecto de International Policy
Usted es el visitante No.:
desde Enero de 2002
FastCounter by bCentral
Vea aquí otras interesantes
estadísticas de la página