En uno de los aspectos más intrigantes de su estudios sobre el cambio climático global durante los últimos tres milenios, Loehle (2004) presenta un gráfico del Mar de los Sargazos y los registros de temperatura de Sudáfrica de Keigin (1996) y Homgren et al, (1999, 2001) que revelan la existencia de una gran pico en las temperaturas del aire de superficie que comienza a principios de los 1400s. Este calentamiento abrupto y anómalo empujó las temperaturas del aire de estos dos registros considerablemente por encima del pico de calor del Siglo 20, después del cual cayeron otra vez a los niveles anteriores hacia mediados de los 1500s, en armonía con el trabajo de McIntyre y McKitric (2003), quienes encontraron un período similar de temperaturas por encima de las actuales en su reanálisis de la información empleada por Mann et al (1998, 1999) para la creación de su controverti-do “Palo de Hockey” de la historia de las temperaturas del Hemisferio Norte, que no revela ni la menor seña de la existencia de este período post medieval de un régimen de altas tem-peraturas.
En otro estudio que revela la existencia de este período de temperaturas más altas que las actuales, al que hamos bautizado “Pequeño” Período Cálido Medieval, D'Arrigo et al. (2004) desarrollaron una cronología de la densidad máxima de la madera tardía (MXD) para el período 1389 a 2001, basados en cilindros de perforaciones obtenidas de pinos alerces blancos (white spruce) que crecían cerca de la “línea de árboles” en la Península oriental Seaward de Alaska, una porción de cuyos datos fueron calibrados con las tempera-turas Mayo-Agosto medidas en Nome y luego usadas para convertir a toda la cronología MXD a temperaturas de la estación cálida. Viendo el resultado final, puede verse muy fácilmente que hubo un período de 20 años de temperaturas cercanas a las del Siglo 20 hacia mediados de ños 1500s, que fue precedida por una década de calor en la última parte de los 1400s que fue más elevado que el de mediados del Siglo 20.
En un subsiguiente estudio de la misma región, D'Arrigo et al. (2005) derivaron un nuevo conjunto de datos de anillos de árboles de 14 cronologías de pino spruce blanco cubriendo los años entre 1358 y 2001. Esta información fue entonces combinada con adicionales cro-nologías de anillos de árboles del noroeste de Alaska para producir dos versiones de una serie mucho más larga de datos que se extienden hacia atrás hasta el 978 DC. La primera cronología fue creada usando métodos tradicionales de normalización (STD), que no funcio-nan bien para la captura de ciclos climáticos decadales o más largos., mientras que la se-gunda cronología utilizó el método de la normalización de la cruva regional (RCS) que preserva mejor las variaciones de baja frecuencia a escalas multidecadales y mayores.
Con respecto a las historias de temperaturas derivadas de STD y RCS, cada una de ellas revelaron, en palabras de D'Amico et al, “varios períodos de crecimiento presistente por encima del promedio que coincide a grandes rasgos con el momento de la última parte del Período Cálido Medieval.” Sin embargo, el calentamiento es mucho ás pronunciado en la cronologóa RCS, donde el mayor calentamiento ocurrió de principios a mediados de los 1200s, con picos menores a principios y mediados de los 1100s, y principios de los 1400s (El “Pequeño” Período Cálido Medieval).
Se obtuvo evidencia adicional para este período cálido no anunciado antes por el trabajo de Silenzi et al. (2004). Trabajando con arrecifes Vermetid en la costa noroeste de Sicilia, ellos obtuvieron información isotópica del oxígeno que interpretaron en términos de variación de la temperatura superficial del agua (SST). Esta información indicaba que a principios y me-diados de los 1500s, las SST en esta región eran más cálidas que ahora en 2005. Del mismo modo, Gray et al. (2004) desarrollaron una reconstrucción del principal modo de variabili-dad de baja frecuencia del Atlántico Norte (0-70ºN), conocido como la Oscilación Multide-cadal del Atlántico (OMA), para el período 1567-1990. Basados en los registros de anillos de árboles de regiones que se sabe bordean fuertes centros de la variabilidad OMS, inclu-yendo al noreste de América del Norte, Europa, Escandinavia, y el Medio Oriente, este registro también mostró una intensa fase cálida, en este caso entre 1580 y 1596, cuya fuerza sin parangón es claramente evidente en la reconstrucción de las anomalías de las SST del Atlántico Norte.
Muchos otros estudios encontraron algo muy parecido. Helama et al. (2002), por ejemplo, reconstruyeron las temperaturas de mediados del verano para los últimos 7500 años usando la larga cronología Scots de ancho de anillos pepinos del norte de Finlandia que fue derivada por Eronen et al, (2002). Su registro revela que el siglo 20 ha sido realmente cálido comparado a la media del período entero (unos 0,6º C más cálido). Sin embargo, hubo otros tres períodos de cien años que fueron más cálidos, el último de los cuales (1550-1600) cae dentro del marco general de tiempo de lo que llamamos el “Pequeño” Período Cálido Medieval.
En un novedoso estudio publicado en Nature, Chuine et al. (2004) usaron datos registrados de cosechas de vides en Borgoña, Francia, para reconstruir las temperaturas medias del aire en primavera-verano (Abril-Agosto) para esa región en una base anual desde 1370 hasta 2003, empleando lo que ellos llaman “un modelo fenológico basado en procesos desarrollado para la uva Pinot Noir”. La resultante historia de temperaturas está correla-cionada significativamente con las temperaturas medias veraniegas del aire, deducidas de anillos de árboles en la región central de Francia, la porción de Borgoña de una reconstruc-ción multi-proxy de temperaturas espacialmente distribuidas, como también las tempera-turas observadas del verano en París, Inglaterra Central y los Alpes.
La interconexión de estos sitios le da a la nueva historia de las temperaturas una importan-te significación regional, cuyo aspecto más intrigante es la existencia de una temperatura mucho más alta que la actual en diversos sitios en el pasado (más notablemente desde fines de los 1300s hasta principios de los 1400s, y sorbe una gran porción de los 1600s), época en la que el Palo de Hockey de Mann et al no muestra ni la más mínima señal de tempera-turas elevadas, pero donde muchos de los otros registros revisados en este Resumen indican la presencia de un “Pequeño” Período Cálido Medieval.
En otro estudio pertinente, Bartholy et al. (2004) codificó y analizó minuciosamente regis-tros históricos reunidos por Antal Rethly (1879-1975), un meteorólogo húngaro que pasó la mayor parte de su larga carrera profesional armando más de 14.000 registros históricos relacionados con el clima de la cuenca de los Cárpatos. Con respecto a la historia de la temperatura derivada de ello, Bartholy et al informan que “los picos cálidos del Período Cálido medieval y el clima más frío de la Pequeña Edad de Hielo seguido por el período cálido de recuperación se puede detectar en el índice de las series de las temperaturas reconstruidas.” Además, ellos dice que,”un episodio de calentamiento en el siglo 16 fue detectado en los análisis anuales y estaminales de la distribución de 50 años de condi-ciones cálidas y frías,” que podría muy bien ser el “Pequeño” Período Cálido Medieval.
De regreso en Norteamérica, Luckman y Wilson (2005) actualizaron una historia regional de las temperaturas desarrollado originalmente en 1997, usando nueva información de ani-llos de árboles de la región Clumbia Icefield de las Rocosas Canadienses. La nueva actuali-zación también empleó diferentes métodos de normalización, incluyendo el método de normalización de la curva regional que mejor captura la variabilidad de baja frecuencia (escala centenaria a milenaria) que los reportados en el estudio inicial. Además, el nuevo conjunto de datos añadió 100 años más a la cronología, que ahora cubre el período 950-1994. Se encontró que este registro de anillos de árboles explica 53% de las variaciones en temperatura máxima observadas en el registro histórico de 1895 a 1994, y fue por ello considerado un buen indicador proxy de tales temperaturas.
Basados en esta relación, el registro mostró considerable variabilidad a escala decadal y centenal, en donde prevalecieron condiciones generales cálidas durante los siglo 11 y 12, entre 1350-1450 (el “Pequeño” Período Cálido Medieval), y desde 1875 hasta el final de registro. Más que de un interés pasajero, es de notar el hecho que el verano más caliente de este registro ocurrió en 1434, cuando fue 0,25º C más caliente que el próximo verano más caliente, el de 1967.
Haciendo foco sobre un parámetro climático diferente, pero uno que está altamente corre-lacionado con la temperatura, Blundell y Barber (2005) utilizaron microfósiles de plantas, amebas testadas y grado de humedad como proxys para las condiciones de humedad am-biental para desarrollar una “historia de la humedad” de 2800 años de extensión, desde un cilindro de turba extraído de Tore Hill Moss, una turbera elevada en la región de Straths-pey en Escocia. El intervalo más sostenido y claramente definido de sequía de todo este registro se estira desde el año 850DC hasta el 1080, coincidiendo con el bien conocido Período Cálido medieval, mientras que el intervalo de mayor humedad ocurrió durante las profundidades de la última etapa de la pequeña Edad de Hielo, que fue unote los períodos más fríos de todo el Holoceno. De mucho interés para el tema de este Resumen, sin embar-go, es el período de relativa sequía centrado en alrededor de 1500, que corresponde al “Pequeño” Período Cálido Medieval, e implica la existencia de un significativo calenta-miento en aquel tiempo.
Blundell y Barber (2005). En un estudio algo diferente, reminiscente del proyecto de foto-grafías repetidas de Idos & Idso (2000) Munroe (2003) replicaron y analizaron seis fotografías tomadas en 1879 cerca de la zona de bosque subalpìno-tundra en las montañas Uinta de norte de UTA, USA, en un intento de cuantificar la redistribución de vegetación ocurrida entre el final de la Pequeña Edad de Hielo, y la actual etapa del Período Cálido Moderno. Después de alcanzar este objetivo Munroe usó sus descubrimientos para inferir la naturaleza del cambio climático de los últimos 130 años: pero antes de concluir, él dirigió su atención hacia lo que describe como “troncos derribados, tocones en el sitio, y troncos erguidos sin ramas en el lado norte de la Bald Mountain que indican una línea de árboles de hasta 60 metros más alta que el nivel moderno“, que él determinó, basado en el tiempo de decaimiento atmosférico moderno, “que corresponde a un aumento en la temperatura media de julio de 0,4º C.”
Con respecto a estas reliquias subfósiles, Munroe escribe que muchas de ellas “han sido severamente erosionadas por el hielo soplado por el viento, dando la impresión de una considerable antigüedad,” notando que “madera similar en otras partes de las Montañas Rocosas han sido tomadas como evidencia de llenas de árboles más altas durante el Óptimo Climático de principios del Holoceno, o “antitérmico”. (Carrara et al, 1991)” Sin embargo, informa que una muestra cortada de uno de los tocones se fechó por el radiocar-bono hacia sólo 1550, y que “la actual germinación del árbol puede haber ocurrido un siglo o más antes del 1550,” lo que ubica al período cálido indicado por la madera subfósil en el aproximadamente mismo intervalo de tiempo que el período cálido identificado en todos los estudios previos que hemos discutido. Adeás, Munroe remarca que “una línea de árboles en el norte de Uintas antes del 1550 es consistente con evidencia contemporánea de un clia más cálido que el actual en el sudoeste de los Estados Unidos. (Dean, 1994; Petersen, 1994; Meyer et al., 1995; Pederson, 2000)."
Por último, en un estudio que proporciona una evidencia indirecta adicional de la existencia de este Pequeño Período Cálido medieval de escala centenaria, Fleitmann et al. (2004) desarrollaron una estable historia isotópica a partir de tres estalagmitas en una cueva en el sur de Omán que suministró un registro resuelto anualmente de 780 años de extensión de las lluvias monzónicas del Océano Índico. Durante las últimas ocho décadas del siglo 20, cuando la temperatura global subió dramáticamente a medida de que la Tierra emergía de la Pequeña Edad de Hielo y entraba al Período Cálido Moderno, este registro revela que las lluvias monzónicas del Océano Índico declinaron de manera dramática, e indica que la otra gran declinación coincidió con el pico máximo de temperaturas que es evidente en las histo-rias de temperaturas discutidas más arriba.
A la luz de estas observaciones, de las cuales puede haber muchas otras que sugieren la misma cosa, nos preguntamos si el ampliamente distribuido calentamiento que comenzó en las cercanías del siglo 15 y terminó en las cercanías del siglo 16 fue un fenómeno indepen-diente o quizás el “hurra final” del Período Cálido medieval antes de entregarle el control del clima de la Tierra a la Pequeña Edad de Hielo. Cualquiera sea el caso, está comenzando a verse como que el Período Cálido Medieval y el anterior Período Cálido Romano no fueron las únicas eras que tuvieron temperaturas superficiales que igualaron y hasta superaron las del siglo 20.
Y por supuesto, seríamos negligentes al no hacer la observación obligada de que todas estas eras más cálidas que el presente alcanzaron su status térmico sin ninguna ayuda de eleva-dos niveles de CO2 en el aire, que eran en esos tiempos 100 ppm menos que las actuales y, en consecuencia, lo que haya causado el calentamiento de esas eras previas bien podría estar manteniendo el calor actual, lo que releva la CO2 de su inmerecida responsabilidad. En consecuencia, este gas de ínfima concentración, biológicamente beneficioso, debería ser supuesto inocente de inducir ningún calentamiento global hasta que haya sido probado de manera clara e irrefutable, lo que creemos que no sucederá jamás. Otras fuerzas mucho más poderosas son las que están operando en el área del cambio del clima.
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