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La avalancha de alarmismo ecológico en los medios ha quebrado todos los récords impuestos hasta la fecha. Los motivos están muy a la vista: Poderoso Caballero Don Dinero, la apatía de la gente y el miedo del Establishment.
Desde poco tiempo antes de la realización de la COP 10 en Buenos Aires, los medios de comunicación comenzaron a distribuir información sobre las inminentes catástrofes Apoca-lípticas que debería enfrentar la humanidad en caso de que todas las naciones del mundo no implementaran a fondo el Tratado de Kioto, reduciendo masivamente la emisión de gases de invernadero, especialmente el dióxido de carbono producido por la quema de los combustibles (mal llamados) fósiles. Lo notable es que la catarata de alarmismo se incrementó fuera de toda proporción lógica justo después de que la sagaz y pérfida movida Rusa ratificando el Tratado obligara a la Unión Europea a calzarse unas botas que había diseñado para los Estados Unidos.
Era bastante evidente que la reticencia rusa a ratificar el Tratado se debía a que primero quería obtener la máxima ganancia de esa firma que, aunque no la compromete para nada, tampoco le reportaría grandes beneficios per se. Una vez obtenidas las ventajas que exigía en su ingre-so a la Organización de Libre Comercio, Rusia espera poder vender sus créditos de emisión que le sobrarán por varios años, y embolsar unos 5.000 millones de dólares anuales. Sin embargo, la cosa no será tan fácil, porque no es de esperar que los países Europeos realmen-te implementen el Tratado de la manera que está redactado, ni mucho menos que agraven su situación, ya de por sí bastante precaria, aumentando la reducción de emisiones hasta un 80% de las actuales. ¿La razón? Será un perfecto suicidio nacional, no sólo económico, sino con alcances sociales de indescriptible gravedad. El desempleo que se causará llevará a miles de personas a cometer suicidio saltando por las ventanas de los edificios de la Bolsa de Valores (recuérdese la quiebra de la Bolsa de Valores de Wall Street en los años 30).
Mucha gente no concibe que los políticos y gobernantes no se hayan dado cuenta antes de que la aplicación del Tratado de Kioto en todo su articulado llevará de manera irremediable a la quiebra a los países industriales que realmente lo implementen sin hacer trampas. La explicación está allí: no lo implementarán. En otro artículo se explicará por qué no lo imple-mentarán, las maneras que tienen para no hacerlo, y las maneras que hay para que los demás países tengan que creer los informes sobre reducción de CO2 emitidos por cada uno, sin posibilidad de controlar ni auditar las declaraciones de cada uno de los países firmantes. En pocas palabras: Si no fuese que Kioto es un fraude monumental, sería una risa.
El Dinero, la Gente, y el Lomo del Pato
Toda la avalancha de información catastrófica que los medios arrojan día a día sobre la gente no está destinada a convencer a los Estados Unidos que ratifiquen el Tratado de Kioto. Ya en 1997, el Congreso (el Pueblo) de los Estados Unidos votó 95 a 0 única votación unánime en la historia del país en contra de firmar ningún tratado internacional que obligue a reducir su consumo de energía, lo que causaría un daño irreparable a su economía y a su modo de vida. Muchas cosas se pueden decir de los Estados Unidos y su gente, y la mayoría serán acertadas, pero una de las cosas que no se pueden decir es que son estúpidos. No se llega a ser el país más poderoso del mundo por medio de la estupidez aunque quizás sí por la estupidez de los demás.
La inundación de alarmistas noticias es pavorosa, y lo notable es que se ha perdido ya todo recato entre los científicos que avalan esas noticias: que el Polo Norte desaparece en diez años; que la Antártida se desgajará en témpanos de hielo que harán subir el nivel del mar 2 metros sepultando a las islas del Pacífico; que el mundo será invadido por enfermedades transportadas por mosquitos; que las especies desaparecerán a una ritmo de 40.000 por año; que los huracanes aumentarán hasta barrer con toda la costa del Caribe y los Estados Unidos; que los tsunamis serán más frecuentes (sí, aunque no lo crea, ya lo dijeron, entre ellos Green-peace.) y algunas decenas más de catástrofes, todas sacadas del listado de la Vieja Letanía Verde. Uno se pregunta, ¿por qué, si ya han conseguido lo que querían, es decir la ratifica-ción del Tratado?
La respuesta está más arriba: El Dinero y la indiferencia de la gente. En cuanto a Lomo del Pato, es necesario recordar que las plumas de los patos y otras aves marinas están recubier-tas por una ligera capa grasosa que las hace impermeables al agua. Por ello los patos, cisnes, gansos, gaviotas, etc., flotan con facilidad. Arroje usted una gallina o un canario a un estanque y verá cómo no flotan y se ahogan rápidamente. Si un pato llega a perder la grasitud de sus plumas es pato muerto. De allí, entonces la vieja expresión que se refiere al nulo efecto que algo le causa a alguien: Le resbaló como agua sobre el lomo de un pato.
¿Por qué a la gente le están resbalando las cosas relacionadas con el calentamiento global (y muchas otras cosas de la ecología) como el agua sobre el lomo del pato.? Entre muchas razones, porque mira por la ventana y ve que el mundo está igual que cuando era chico, que no ha cambiado mucho, y si lo hizo ha sido en general para mejor. Entonces crece el escepticismo y la incredulidad acerca de tantas predicciones que no dan señales de haberse cumplido ni de querer cumplirse.
Luego está el tema de la saturación del estímulo. En fisiología se sabe que existe un umbral del estímulo que hay que superar para producir una sensación o una reacción. El ejemplo más claro y contundente es el umbral del estímulo de los drogadictos, sean fumadores de cigarrillos, bebedores de vino, o morfinómanos. Cada vez es mayor la cantidad de droga que se necesita para producir la sensación de suficiencia, de alivio. La razón médica es que la droga (nicotina, alcohol, morfina, opio, cocaína, etc) produce anticuerpos que tratarán de eliminar la toxina. Pero los anticuerpos se producen en mayor cantidad de la necesaria para eliminar toda la toxina y de allí surge el síndrome de la abstinencia. Una vez que toda la toxina ha sido eliminada del organismo, los anticuerpos que siguen abundando se vuelven en contra de ciertos centros nerviosos del organismo y producen el espantoso tormento de la falta de droga. Pregúntenle a Maradona lo que se siente.
Trasladando esto a la información sobre catástrofes climáticas y ambientales, la abundancia de información alarmista ha saturado todos los centros receptores de calamidades y se hacen necesarias dosis cada vez más grandes de la droga. Que el planeta se calentará 5,8º C dentro de 80 años parece no importarle a nadie. Que nuestros nietos serán cocinados por el calentamiento global, no tiene ningún efecto sobre nuestra voluntad de donar dinero para evitar al Apocalipsis caluroso. El viejo Bernard Shaw, aquel a quien le desagradaban los niñitos pequeños y los perros, parece haber tenido razón cuando dijo ¿Qué hicieron por mí las generaciones futuras, para que yo deba sacrificarme por ellas?. Hay quienes piensan así, y no crea que sean pocos.
El reclamo para que pensemos en las generaciones futuras parece haber perdido su encan-to original, quizás por ese concepto materialista que las sociedades modernas libre merca-distas y casi globalizadas demuestran en la actualidad. En mi caso, pienso y me preocupan mis hijos y mis nietos porque los conozco, y he aprendido a amarlos. Pero una referencia a mis bisnietos o tataranietos me deja más frío que un pescado. Y eso se repite en cada uno de los 6400 millones de habitantes del planeta, con algunas muy raras excepciones.
Nadie quiere donar un centavo de su duramente ganado dinero para ayudar a que su bisnieto no se cocine en el horno, o se lo devore la radiación UV, o lo piquen los mosquitos, o el agua le llegue a los tobillos por la subida del mar. Ello le preocupa a la gente lo mismo que la noticia que el Sol explotará como una supernova dentro de 5000 millones años o que los tutsis les estén cortando el pescuezo a machetazos a los hutus. Bastante preocupaciones tiene la gente con estirar su sueldo hasta fin de mes como para preocuparse si en el año 2100 la tierra tendrá 5,8º C más de calor en su atmósfera. Y así las donaciones en cash a las ONGs alarmis-tas se han venido al piso. Y esa sería, como decía alguien que sabía mucho, La madre del cordero. Se llama Dinero, Poderoso Caballero.
Adiós a la Ética y a la Vergüenza
Si todavía alcanza a ver alguna dando vuelta por ahí, dígale adiós porque se ausentará siguien-do el camino de la ética científica y la vergüenza que deberían tener muchos científicos pero que la han arrojado a la basura como algo inútil para engordar su cuenta de banco. Muchos periodistas independientes y sin compromisos políticos o financieros con nadie les demuestran día a día los fraudes científicos que se esconden detrás de sus estudios con peer review. Y sin embargo, no se dan por aludidos y sólo se concentran en pasar a cobrar la gratificación prometida a fin de mes. El negocio es fabuloso; el dinero que las fundaciones filantrópicas vuelcan a la investigación científica amañada, con resultados y concusiones establecidas de antemano, alcanza cifras que le quitan el hipo al más incrédulo.
No hay lugar aquí para analizar los motivos que impulsan a las fundaciones a financiar las actividades de los alarmistas del clima. Baste adelantar que las fundaciones se han creado como medios de penetración cultural e ideológica del gran centro de poder que algunos llaman el G-300, otros las altas finanzas, y casi todos el Estabilshment, y que usa a las fundaciones y sus estructuras como herramienta geopolítica. El G-300 ha perdido su antigua suficiencia y seguridad, ha ido perdiendo imperios coloniales, y observa alarmado la creciente marea de poblaciones pobres que están invadiendo sus dominios y poniendo en peligro su status de dueños del mundo. No quieren compartir al mundo con las razas inferiores. Su currículum racista y eugenésico no se lo permite.
El G-300 siente ahora, en carne propia, el miedo que ha estado usando contra la población del mundo. Tiene miedo de perder su situación allá arriba, en la parte superior de la pirámide humana, de perder el poder que les había permitido llegar hasta donde se encuentran hoy. Tienen miedo de que el cambio que se avecina en las sociedades del mundo haga desapare-cer sus privilegios, sus títulos de nobleza, sus reinados, principados y ducados. Tienen miedo de que tengan que trabajar para sobrevivir. Como decía un amigo mío, “Qué dura que es la vida del vago!”. Por eso tiene que hacer algo. Urgente. O se les viene la noche. Si el clima sigue sin mostrar señales de calentarse –o que las señales de enfriamiento ya resulten demasiado evidentes, entonces el fraude de Kioto y del cambio climático se expondrá en toda su crudeza.
Y la gente podría enojarse mucho con los responsables.
Nos dice el climatólogo Roy Spencer, en uno de sus artículos sobre el tema investigación del clima, que en el debate del cambio climático, o más generalmente para cualquier asunto de la ecología, existe una extensa suposición de que los fondos provistos por la industria son usados para promover falsedades, mientras que los fondos que van a las arcas del las ONGs ecologistas representan la prístina voluntad de las bases. Para la gente es como David enfrentando a un gigantesco Goliat, esperando desparramar la verdad luchando contra inven-cibles dificultades. Hay muy pocas dudas de que la gran mayoría de las personas que donan dinero para las causas ambientales ven la situación con esta óptica.
Pero un nuevo informe dado a conocer hace pocos días por el Insituto Marshall analiza a los más grandes donantes de los grupos ecologistas relacionados con el cambio de clima. Descubre que la vasta mayoría de esos donantes representan y promueven causas con tendencias izquierdistas. Es irónico que los grandes centros del poder promuevan las ideas socializantes de la izquierda, que supuestamente se opondrían a sus intenciones de seguir controlando las políticas mundiales y los negocios a escala global. Espero que no se crea usted el mito de la Revolución de Octubre como un movimiento de bases, cuando en realidad fue promovido y financiado por los dueños del mundo. También lo llevaron al poder a Adolfo Hitler y sacaron de en medio a Chiang Kai Shek para permitir el ascenso del Mao. Pero esas son historias que algún otro día veremos con más detalle.
Los poderosos del mundo, los dueños del mundo, ponen y sacan gobiernos a su antojo, y le hacen creer a la gente (los tontos del cuento) que ellos fueron quienes eligieron sus gobernan-tes. También se dieron cuenta ellos que la mejor manera de implementar Kioto es hacerlo a la manera en que los rusos redujeron sus emisiones de CO2: colapsando su economía de manera catastrófica. Ese es el ejemplo a seguir: desmantelar la industria, provocar el desem-pleo, expandir la crisis a niveles de despoblación masiva. La vieja propuesta maltusiana del Club de Roma y su Límites al Crecimiento.
Una extensa variedad de fundaciones filantrópicas financian organizaciones cuya existencia depende de las crisis ambientales. ¿Alguien cree realmente que organizaciones tales como Environmental Defense, Natural Resources Defense Council, y el Instituto Mundial de Recursos darían un suspiro de alivio colectivo si el balance de evidencia demostrase que el calentamiento global podría ser más bien pequeño, y hasta beneficioso? Por el contrario, sus dirigentes están espantados ante la perspectiva de que finalmente se comience a escuchar con seriedad a los científicos disidentes y se compruebe que el peligro de un calentamiento catastrófico no existe; simplemente se trata de un NO-problema.
Mientras que las nuevas regulaciones ambientales pueden ser una molestia para la industria privada, el hecho es que el grueso de esos nuevos costos relacionados con el ambiente son directamente pasados al público a través de bienes y servicios más caros. Kioto no hará bajar los precios del petróleo. Las Siete Hermanas Petroleras siempre han establecido el precio que se les vino en ganas, por más que la OPEP se crea que son ellos los que regulan el mercado.
En contraste, promover causas ambientales con potencial de recaudación de ingentes cantidades de dinero es la única razón para la existencia de las organizaciones ecologistas. Dado que todas las organizaciones tienen a la auto preservación como su prioridad número uno, son las organizaciones ecologistas las más vulnerables a la pérdida del interés del público, y en consecuencia al acceso al dinero.
La conciencia ecológica es un lujo de los países más ricos del mundo, y su financiamiento depende de los miedos, por lo general apocalípticos. Mientras que se espera que la distribución de fondos del gobierno para investigación científica a las universidades y compa-ñías privadas sea políticamente neutral y equilibrada, la situación real es muy diferente. Las agencias del gobierno que distribuyen fondos de investigación tienen una infraestructura que depende del apoyo del Congreso para su existencia. El nivel de apoyo continuado depende, a su vez, del nivel de amenaza percibido por el público quienes aplican presiones sobre los senadores y diputados., y así se justifica el derroche del dinero de los impuestos en investiga-ción de NO-problemas. Y la supervivencia de los alarmistas. Ellos comen del platito guberna-mental.
Alguien dijo una vez que no es cuestión de quién está prejuiciado (porque todo el mundo lo está) sino que la verdadera cuestión es: ¿Cuál prejuicio es el mejor para estar prejuiciado? Es decir, cuál prejuicio nos será de mayor utilidad y nos rendirá mayores frutos a la hora de pasar a cobrar por ventanilla. Mientras más dinero de impuestos se derroche en específicas amenazas ambientales, menos dinero habrá disponible para educación, salud y seguridad. Pero ninguno de esos asuntos es de interés para los miembros del G-300, las 300 personas más influyentes del mundo. Sólo les preocupa su evidente gatopardismo, cambiar pequeñas cosas para que todo siga igual que siempre. Con ellos arriba de todos.
El Miedo No es Buen Consejero
El miedo ha sido desde siempre la principal herramienta de los poderosos. El miedo a las armas y ejércitos que causan muerte y destrucción hizo rendir plazas fuertes, permitió la conquista de países enteros y la creación de imperios. El miedo es la herramienta que usan los asaltantes cuando amenazan a sus víctimas con una navaja o una pistola para exigirles la bolsa o la vida. El miedo es la herramienta que emplean las ONGs ecologistas para conseguir imponer sus agendas antihumanas. El miedo a lo desconocido es el que nos domina a todos. La única defensa es el conocimiento, que en griego se decía Ciencia. El saber de qué se trata es lo único que podrá hacerlo libre, mi amigo. Lo único que le ayudará a sacarse el collar de perro que el Sistema nos ha colocado desde que nacemos.
La presente campaña de alarmismo sobre las espantosas consecuencias que tendrá el cambio de clima (ya dado como un hecho irreversible) causado por el severo calentamiento de la atmósfera también dado como un hecho comprobado- tiene el exclusivo propósito de añadir la dosis de alarmismo y terror que romperá las barreras de la indiferencia y causará el pánico. La apelación al futuro de nuestros hijos no surte efecto: estamos viendo que aún no pasa nada y no hay señales de cambio notables. La apelación a los nietos y generaciones futuras tiene menos efecto aún. La única alternativa es la de apelar los miedos relacionados con amenazas a nuestra propia seguridad: las predicciones catastróficas se han acortado de 100 a 10 años o menos. Las horribles catástrofes las experimentaremos nosotros mismos, en nuestro tiempo de vida. No habrá manera de escapar, nos dicen. Estamos atrapados, y todo por nuestro egoísmo humano de haber usado petróleo para producir electricidad. Estamos fritos, perdidos, liquidados. Eso dicen. A menos que:
La trampa debería ser demasiado visible para cualquiera que tenga un poco de experiencia en este mundo de vivos y avivados que viven de los sonsos y los ignorantes. De manera que ya lo sabe: no haga caso de las espantosas noticias que pueblan las primeras planas de los diarios, vomitan las pantallas de los televisores, y pululan por la Internet. Son promovidas por estudios espurios de científicos al servicio del G-300, el Establishment, las altas finanzas, el cartel de banqueros, las grandes multinacionales del ecologismo y sus promotoras las fundaciones filantrópicas (o déles usted el nombre que más le guste), y que buscan que usted siga estando allá abajo, donde tiene que estar, por supuesto, para que ellos sigan estando allá arriba donde nunca tuvieron que haber llegado.
Pero esa es la historia del mundo, que se repite de manera aburridora, y seguirá repitiéndose eternamente mientras la gente prefiera permanecer en la ignorancia de lo que sucede y permi-tir que otros gobiernen sus vidas y se hagan dueños de sus pobres fortunas. Después no diga que no lo sabía; que no le habían avisado.
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