Una nueva documental en Canal 4 de la TV de Londres rechaza el concepto del cambio climático causado por el hombre. Se lo califica de “una mentira… el mayor fraude de los tiempos modernos.”
Por Eduardo Ferreyra
El viernes 9 de marzo a la noche quizás pase a la historia como la primera vez que una estación de TV pone a consideración del público una documental de 1 hora y 15 minutos, mostrando la otra cara del calentamiento global publicitado por el IPCC y sus seguidores.
Para quienes dominan el Inglés, la documental completa (1 hora 15 minutos sin interrupciones) se consigue en línea en el sitio de Google: http://tinyurl.com/2uwrm7 Y es altamente recomendable –(aunque mucho inglés no se comprenda) por sus ilustrativos y reveladores gráficos.
La documental está producida por Martin Durkin, un documentalista que se hizo famoso en 1997 por otro documental titulado “Contra la Naturaleza”, donde expuso la gran falsedad que se oculta detrás de las hermosas intenciones de muchos grupos ecologistas de “salvar al planeta” –y de paso a los humanos. Dicha documental levantó una gigantesca polvareda de críticas de parte de las organizaciones “tocadas” por las evidencias mostradas en el film. Hasta ahora, parece que esta nueva documental levantará mucha más polvareda que la anterior, ya que la reacción entre los “afectados” por las revelaciones contenidas en la película tienen las características de un huracán Katrina.
“La verdad,” dice Durkin, “es que el calentamiento global es un negocio multi-billonario creado por ecologistas fanáticamente anti-industria apoyado por “científicos” que producen historias de miedo y Apocalipsis para “cazar” algunos subsidios de investigación, y con el empujón final de políticos complacientes y los medios de comunicación que han hallado en el “cambio climático,” el negocio del siglo."
De acuerdo con uno de los expertos consultados por Durkin, el paleoclimatólogo Canadiense Ian Clark, profesor de la Universidad de Ottawa:
El calentamiento global podría haber sido causado por la actividad del Sol, con masivas erupciones en su superficie. Ello no sólo envía más calor a la Tierra sino que impide que los rayos cósmicos lleguen hasta la atmósfera terrestre y ayuden a la formación de nubes. De allí que: mayor irradiación a la superficie –> menor cobertura nubosa –> menor lluvia que refresca la atmósfera –> mayor aumento de la temperatura.
Las muestras de hielo del hielo de la Antártida, como los cilindros de Vostok, muestran que, en verdad, los períodos cálidos de la historia han sucedido unos 800 años antes de alguna subida del dióxido de carbono en la atmósfera.
Los hallazgos hechos por Clark en sus estudios parecen contradecir el trabajo de otros científicos que han usado muestras de hielo similares para ilustrar que el aumento del CO2 ha sido acompa-ñado por los varios períodos cálidos globales. “El hecho es que el CO2 no tiene un nexo compro-bado con las temperaturas globales,” dice Durkin. “La actividad solar parece ser la culpable más probable.” Varios e ilustres científicos de diferentes nacionalidades que opinan en la documental citan lo que ellos afirman ser una fuerte discrepancia con la investigación convencional:
La mayor parte del reciente calenta-miento observado ocurrió antes de 1940, después de los cuales las tem-peraturas en todo el mundo descen-dieron durante por lo menos 40 años, mientras que los niveles de CO2 con-tinuaron subiendo.
Ellos ven esta discrepancia como una falla en la teoría del calentamiento causado por los humanos, porque el boom económico que siguió a la Se-gunda Guerra Mundial produjo más dió-xido de carbono, y en consecuencia debió haber producido una subida en las temperaturas globales –algo que muestran que no sucedió.
Otros científicos muestran estudios con una correlación demasiado estre-cha entre los cambios de la actividad solar y los cambios de las temperatu-ras en la Tierra, a lo largo de cientos de miles de años –algo que se hace más notable en los últimos años por-que la precisión de los datos es absol-uta: se basa en hechos observados y comprobados, no estudios proxys que podrían tener un gran margen de error.
Aunque algunos críticos han hallado poco convincente este nexo con el Sol, no se puede negar que el film ha hecho grandes agujeros en la teoría del cambio climático. Hay millones de espectadores que han podido ver y escuchar, por primera vez, los argu-mentos y las evidencias que los es-cépticos del calentamiento presentan con tanta fuerza y validez científica.
Esta documental tendrá consecuencias en la manera en que la sociedad comenzará a ver ahora al calen-tamiento global, el cambio climático, y las recomendaciones de los políticos para abandonar lujosos esti-los de vida (en el Tercer Mundo?), reducir la producción de bienes de consumo –y con ello el consumo- mientras que ellos siguen con sus ostentosa manera de vivir a costa de los ingenuos que les prestan atención y se dejan engañar.
Uno de las opiniones más categóricas y re-veladoras sobre la corrupción interna del IPCC, (cuerpo esencialmente político forma-do por legiones de burócratas que empujan para que el fraude no se acabe nunca –así no pierden su trabajo) es la del Profesor Paul Reiter, del Instituto Pasteur de París, uno de los máximos expertos mundiales en malaria e infecciones transmisible por insectos. Fue el jefe del capítulo del Informe Anual sobre enfermedades tropicales, pero renunció a su cargo y su misión cuando quedó convencido de que el Informe del IPCC no es nada más que un documento político sin ninguna rela-ción con la verdadera ciencia del clima y las conexas.
El Profesor Reiter obligó al IPCC a borrar su nombre de la lista de los “2000 principales científicos del mundo” que aparentemente apoyan las conclusiones del Informe Para Crédulos –perdón, para Políticos, publicado el 7 de febrero pasado. ¿El problema? El Profesor Reiter no apoya las conclusiones del Informe, y lo ha calificado de “una vergüenza”. Dijo, “El IPCC hacer creer que todos los más famosos científicos están de acuerdo, pero eso no es verdad.”
La renuncia de Reiter al IPCC había sido precedida hace un año por la del más famoso y autorizado para opinar experto en huracanes del mundo, el Dr. Christopher Landsea, que renuncio cuando el jefe político del capítulo sobre huracanes, Kevin Trenberth, opinó en la televisión pública que el huracán Katrina era consecuencia del calentamiento global, y que se produciría un fuerte aumento en la frecuencia y poten-cia de los huracanes. Era más de lo que un científico decente podía aguantar.
En su película Una Verdad Incómoda, Al Gore no se cansa de explicar la manera en que el Tercer Mundo puede ahorrar energía (para ser usada en abundancia por el primero…) al sugerir que las mujeres de África deberían cocinar usando “biomasa”. En verdad, una inmensa cantidad de ellas lo hace ya, y según Paul Reiter y la OMS (Organización Mundial de la Salud), el combustible más usado por las mujeres africa-nas es el guano de vaca junto con un poco de madera seca. Irónicamente, esta recomendación de Gore es lo más contaminante que se conoce, y Reiter hace notar que decenas de miles de niños en el mundo subdesarrollado. Lo mismo que sus madres, mueren anualmente a consecuencia de enfermedades respi-ratorias inducidas por el humo de la cocina. Según la OMS, no es la modernidad y sus adelantos tecnoló-gicos lo que mata a la gente en los países pobres; es la miseria, la bosta de vaca, y no los autos.
Ver “El Gran Fraude del Calentamiento Global” nos hace sentir un poco malvados, hasta subversivos. Uno simplemente nunca escucha ácidas críticas a las políticas del calentamiento global en los grandes medios de comunicación. Y como lo hizo notar el productor, Durkin, la respuesta al film ha sido una gritería del establishment: “¿Cómo se atreve el Canal 4 a mostrar este material?” Mucha gente se siente ultrajada por habérsele permitido a Canal 4 mostrar la documental y sostienen que los directivos del canal son unos irresponsables.
“Ello demuestra que los ecologistas y perio-distas pueden ser terriblemente intoleran-tes”, dice Durkin, “Ellos simplemente no van a tolerar ningún tipo de opinión disidente. Directamente tratan de eliminarla de los medios. Usted puede verlo en la clase de lenguaje que emplean: ellos dicen “el jurado está de acuerdo” con el calentamiento glo-bal, o que “la ciencia ha sido establecida y desempolvada,” o que usted es un 'nega-dor' si cuestiona al “consenso”. Esto no es llevar adelante un debate; se trata de evitar todo futuro debate y acabar con el actual.”
Es claro que cuando la gente sabe que no tiene la razón o que está directamente equivocada, jamás acepta ningún debate. Nadie quiere pasar la vergüenza de aparecer como ignorante o como haciendo fraude. Para ello lo mejor es recurrir al deporte de "matar al mensajero", para que la gente no lea el mensaje. Y se apoyan en el arguento que los productores o periodistas de algo que contraría la Palabra Santa no tienen un currículum o un título en ciencias. Si todos aquellos que no tienen esos requisitos no pudiesen hablar ni escribir sobre el calentamiento global, ello haría que miles de importantes líderes eco-logistas y la totalidad de los “periodistas científicos”, en especial aquellos que siempre gritan su “Yo estoy asustado por el Calentamiento Global, y usted también debería estar muy asustado!” sin que hayan jamás sabido lo que es un tubo de ensayo.
Los intentos por acallar las voces disidentes del cambio climático nos hacen recordar las acciones de los Inquisidores del Santo Oficio. Copérnico salvó sus huesos de la hoguera porque hizo que su libro fuese publicado recién después de su muerte. Galileo no tuvo la precaución de mantener su boca cerrada y después a cárcel y torturas tuvo que “torcer su brazo” y reconocer ante el mundo que estaba equivo-cado. Giordano Bruno, más empecinado y con mayores principios morales terminó en la hoguera.
Hoy, la hoguera de la Inquisición Científica significa ser catalogado de “negador del Holocausto,” “pagado por las petroleras,” –o las “tabacaleras,”o “los contaminadores,” y de tal manera ingre-sar a la larga lista de científicos e investigadores que jamás recibirán un centavo por parte de los gobiernos para llevar adelante investigaciones sobre el clima. Se trata de que la famosa “libertad de expresión” no existe en el campo del “cambio climático”: o se es un ferviente creyente o sino un réprobo al que se le debe prohibir hablar, y publicar sus opiniones. Y probablemente haya que echarlo de su trabajo o, lo mejor de todo, juzgarlo en un Nuremberg climático, colgarlo por los pies cabeza abajo, despellejarlo en vida, fusilarlo luego por la espalda, quemarlo en la hoguera y sus huesos tirados a los perros.
Vea la documental. Es un huracán de aire fresco.
Eduardo FerreyraO se puede hacer clic sobre la imagen de YouTube para comenzar a ver la documental:
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