Científicos de la NASA (Meyer) acaban de descubrir que Marte y Júpiter también se están calentando. En realidad se ha constatado el cambio climático en todo el sistema solar. Bush, esta vez has llegado demasiado lejos, vale que provoques huracanes asesinos como el Katrina -si es que no ha sido la mafia yakuza con una máquina de catástrofes, como denuncia el meteorólogo Scott Stevens- y calientes aposta toda la tierra con los combustibles fósiles y los CFC´s, pero calentar también la civilización marciana me parece de juzgado de guardia: un ataque sin precedentes a la sostenibilidad de Marte.
La situación es grave: el nivel del Mar podría aumentar 500 metros, los glaciares y Polos –son de hielo seco- se derretirían, el clima de Marte se podría africanizar, enfermedades tropicales como la malaria podrían infectar los amorfos cuerpos de esa pobre gente. Toda la cultura marciana podría irse a pique en un tris. La pregunta es obvia, Señora Narbona: ¿para cuándo el Protocolo de Marte?
En la Tierra no somos tontos y firmamos el Protocolo de Kioto en el 2005 para protegernos de ese mismo calentamiento letal. Pero es que los marcianos no se enteran, quizá porque Greenpis (Green-peace) aún no se ha decido a montar una chiringuito por allí. Esos marcianos no quieren pagar los 19.000 millones de euros que nosotros astutamente vamos a pagar a Francia y Alema-nia –listos como el hambre con su inocua energía nuclear- según auditoría de Price Waterhouse Coopers. Ellos contami-nan mucho más que nosotros, pero no importa, todo sea por el Proto-colo de Kioto con el que puedes contaminar siempre que abones los derechos de emisión a otros países infractores. El resultado es un Mercado-Romería de emisiones por valor de 200.000 millones de euros hasta el 2012. Que el calentamiento sea natural, como lo prueba el de nues-tros pobres hermanos marcianos, no importa. Hay que hacer algo, joder, como en Marte.
¿Para cuándo el Protocolo de Marte, Señores? Que ya oigo en el cielo los coros de la ministra Narbona y sus sesudos asesores anunciando con clarines: “¡Arrepentíos, que El CO2 y el Agujero de ozono están cerca… y todo quedará arrasado bajo el Sol!”. El asesor climático de El Mundo, el excmo. físico alcalino Don Antonio Ruiz de Elvira, dice que estamos asesinando el planeta con los combustibles fósiles. También es casualidad, justo lo mismo que están haciendo los marcianos en Marte.
Hay que hacer caso a Ruiz de Elvira. No porque pertenezca a una secta radical antinuclear eco-logista llamada Amigos de la Tierra, sino porque ha hecho otras muchas propuestas inteligentes en su web. Verbigracia: tenemos que quemar todos los coches (porque contaminan. Curiosa-mente Kioto no multa al petróleo de los coches), tenemos que quemar todas la vacas (para luchar contra el temido mal de la vacas locas); finalmente propone al bueno de Bin Laden que done su parné a las fábricas en vez de al terrorismo. La pregunta siempre rondará nuestras cabezas: ¿será movido el tierno corazoncito del místico Bin Laden por las sabias propuestas del más grande de los fanáticos del calentamiento antrópico? Pues podría ser. Antes quemaban a Servet y a las brujas malas, ahora sólo vacas y coches… (o aviones), afortunadamente el fanatismo también ha evolucionado.
“¡Arrepentíos, que El CO2 y el Agujero de ozono están cerca y todo quedará arrasado bajo el Sol!”. Que la calor torrará La Tierra, aunque de repente nieve en Melilla y vengan misteriosas olas de frío junto con sequías e inundaciones urbi et orbi , algo por otra parte típico antes de una glaciación, que ya tocaría ahora según los ciclos de Milankovitch. Que el agujero de ozono sea natural y ya hubiera sido percibido por Dobson y Rigaud y Leroy en el 58 no importa. Que se haya reducido en un 40% en 2002, aun cuando sigamos contaminando como cerdos, cual los puercos marcianos, no importa. Porque el agujero también ha llegado a Marte y también se calienta, como todo últimamente, especialmente la libido y el precio del petróleo.
Que el CO2 contaminante sean sólo 3000 millones de toneladas –la mitad de agricultura y ganadería- cuando lo que emitimos al respirar son 2.500 millones, no importa. Que haya 750.000 millones de toneladas total de CO2 en la atmósfera, casi el 99 natural no importa. ¡Tenemos que firmar el protocolo de Marte ya! Como sea, como ya se ha hecho con el benefactor Kioto, aunque no sirva para nada, porque entre otras cosas no lo firman los mayores contaminadores: India y China.
Ahora la concentración de CO2 es 370 ppm (partes por millón). En la época de los dinosaurios era unas 3000 y pico ppm, pero no importa. Hay una simpática teoría que dice que el calenta-miento fue provo-cado por el metano de los pedos jurásicos de los dinosaurios. Y ahora hay otra que dice lo mismo de las ventosidades de las termitas. Ja, pero no nos van a engañar, seguro que entonces el calentamiento fue también antrópico como ahora es marcianotrópico -incluso el incompetente Bush y las petroleras pudieron estar detrás- no importa que Bush fuera entonces un trilobite ya fosilizado (casi como en la actualidad) o que no hubiera hombres polutos, como ahora no hay marcianos en Marte (aunque los reportajes de investigación de Más Allá y Año Cero lo sugieran). El calentamiento tiene que ser antrópico o marciano por cojones, que sea natural se me antoja una entelequia, cosa como de marcianos.
Luis Carlos Campos, es periodista especialista en cambio climático, Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca, Máster en Periodismo por El País/Universidad Au-tónoma de Madrid, Reportero en Cambio 16 y El Correo Español, y ha colaborado con los principales medios españoles, El País, Interviú, El Siglo y Más Allá. Ha trabajado como consultor financiero. Autor de Era Glacial, el último Apocalipsis, que se publica en octubre.
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