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Los Fanáticos del Calentamiento Global
Quemarían a los No Creyentes en la Pira

por Mick Hume
Traducido de Scientific Alliance

The Times
4 de Febrero, 2005

Olvídense de los posters de Michael Howard como un cerdo volador, o la publicidad que expo-ne a nuestros hijos a los atrofiados genitales de esa Rana Loca de los timbres de llamada de los teléfonoso celulares. La publicidad más chocante hoy es la referida a los peligros Apocalíp-ticos del cambio climático promovida por el Carbon Trust, con fondos del gobierno. A diferen-cia de los otros dos anuncios, este no ha provocado controversia pública, pero en mi mente su mensaje es tan crudo como un Cerdo Tony o una realmpagueante rana.

El anuncio del Carbon Trust comienza con un actor representando a Robert Oppenheimer, el "padre de la Bomba-A". La ominosa voz del relator nos cuenta que:

"Un hombre estuvo en donde todos estamos ahora. Cuando vio lo que había hecho, dijo, 'Me he convertido en destructor de mundos', (toma de explosión atómica). Ahora todos tenemos que enfrentar lo que hemos hecho. Nuestro clima está cambiando. . ."

Para hacernos sentir culpable por lo que "hemos hecho", se nos muestran ciudades, torres de alta tensión, postes eléctricos, computadoras personales y automóviles, seguidos de violentas tormentas, inmensas olas y ciudades inundadas. El mensaje es que estamos destruyendo al mundo a través del cambio del clima, que ha sido causado por la industria moderna y la tecno-logía. De manera que tenemos que cambiar la manera en que vivimos y trabajamos para poder arrepentirnos de nuestros pecados — o como lo ponen ellos ahora, "reducir nuestras emisio-nes". Otros que profetizan el Apocalipsis vía el calentamiento causado por el hombre están alcanzando similares altas temperaturas: un cuerpo internacional sugiere que podríamos estar a sólo diez años de la catástrofe.

Lo que nos se nos dice, a todos nosotros legos ignorantes, es que permanecen serias incerti-dumbres e ignorancias sorbe la extensión y causas del cambio del clima - como lo reconocerán hasta muchos científicos que trabajan silenciosamente en el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC). Pero serias aflicciones caerán sobre la cabeza de cualquier experto que intente hacer públicas tales cuestiones.

En el mundo del cambio climático, "escéptico" es una palabra sucia. Los científicos que di-sienten de la estricta ortodoxia del calentamiento causado por el hombre son acallados y etiquetados como pagados por la industria del petróleo de Estados Unidos, y hasta cataloga-dos como "negadores del cambio climático" — una etiqueta con obvias connotaciones históricas. En lugar de aceptar el caso de los 'escépticos', la respuesta aceptada de nuestra era intolerante es gritar "¡Usted no puede decir eso!".

Pero, ¿no es el escepticismo crucial para toda investigación científica? Timothy Ball, un impor-tantísmo climatólogo, dice que aquellos que están tratando de ver si la teoría del cambio del clima por causas humanas realmente es cierta, — "un curso de acción normal en cualquier campo de la ciencia" — están siendo hoy "sancionados por no estar de acuerdo con algu-na clase de consenso científico, como si se hubiera realizado algúna encuesta mundial entre los científicos del clima, y peor todavía, como si ese consenso fuese un hecho científico. Nada podría estar más alejado de la verdad, la ciencia avanza mediante el cuestionamiento, el ensayo y la reexaminación de las creencias existentes."

Necesitamos separar a la ciencia de la política. Dejen que sean los expertos quienes convier-tan en basura las evidencias. Pero déjenlos que ellos lo hagan libres de las presiones de un clima político en donde la intervención humana es siempre vista como el problema más que como la solución, la precaución se privilegia siempre por encima del riesgo, y la mejor de las apuestas es el peor de los resultados posibles.

Quizás aquellos que nos ordenan que "enfrentemos lo que le hicimos al mundo", podrían primero mirar a los peligros que resultan de reducir a los complejos asuntos científicos a sim-plistas mensajes políticos, y presentar a sermones moralistas como leyes científicas. Cualquie-ra sea el real impacto sobre el ambiente de la quema de combustibles fósiles, parece que hay un peligro mucho más real de dañar a la atmósfera de la seria investigación científica que-mando a los escépticos en la pira de una nueva Santa Inquisición.

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