Un artículo de The Greening Earth Society
Nature Pone Otro Huevo
Vamos a concederle al staff editorial de la revista Nature que: Jamás son tímidos a la hora de publicar material realmente estúpido cada vez que el Panel Intergubernamental de las Naciones Unidas (IPCC) necesita un empujón o, en las vísperas de otra brillante confabulación de la ONU, discutir el cambio climático global. ¿Quién puede olvidar la “gaffe” cometida por Nature en 1996, justo a tiempo para la reunión de Ginebra, Suiza, que dio nacimiento al Protocolo de Kioto?
Nature publicó un artículo escrito por varios climatólogos federales intentando demostrar la forma en que la información sobre el aire de la estratosfera, desde 1963 hasta 1987 estaba en sincronía con las sombrías predicciones generadas por varios modelos computarizados.
Como nuestros lectores de vieja data recordarán, los investigadores no habían usado el registro completo de temperaturas — un registro que en realidad se extendía entre 1957 y 1995. Una vez que los ciclos de largo plazo eran introducidos en los cálculos (poco tiempo después de la confe-rencia) toda la correlación entre los resultados del modelo computado y la realidad climá-tica se evaporaron. Resultó ser que 1963 (seis años después del comienzo de la información disponible) fue muy frío gracias a la erupción del volcán Agung, un volcán muy grande. Y muy difícilmente sea una coincidencia que 1987 (ocho años antes del final del registro de datos dispo-nibles) fue desusadamente cálido gracias al evento El Niño de ese año. El uso de un registro truncado de manera selectiva dio como resultado la proyección de un robusto calentamiento global, mientras que el registro completo no muestra ninguna tendencia dramática.
Pero eso era entonces, y esto es ahora — un momento en que las cosas realmente son políticas
El Primer Ministro Británico Tony Blair asumirá dentro de muy poco la presidencia anual del G-8. Ya habló de sus dos prioridades topes: calentamiento global y terrorismo. ¿Es ése el verdadero orden de precedencia? Todo parece indicar que sí. El asesor científico de Blair, Sir David King, está atemorizando al mundo y diciéndole a cualquiera que le escuche que el calentamiento global es una amenaza mucho mayor que el terrorismo internacional.
No resulta una sorpresa, entonces, que Nature esté dispuesto a seguir la agenda política de King y publicar otra historia de “todos-vamos-a-morir” relativa a las olas de calor del 2003 en Europa, citándolas como evidencia de que tal cosa puede esperarse que ocurra cada dos años durante la mitad de este siglo, según el investigador Peter Stott.
¿Y cómo podría Stott saber esto? Se lo dice un modelo del clima, por supuesto — un modelo del clima que tiene un factor de 0,83 anual del aumento del dióxido de carbono de la atmósfera. Esta es una suposición intrigante a la luz de que los hechos científicos revelan que el aumento del CO2 fue de 0,39% en la década de los 70, 0,45% durante los 80, y 0,42% en los 90. Las últimas tres décadas, en otras palabras, hacen un promedio menos de la mitad de lo que Stott introdujo a su modelo.
Los modelos del clima son mayormente lineales con respecto al calentamiento que proyectan, relativo al aumento del dióxido de carbono. Como consecuencia, el modelo que es la base de este particular artículo de Nature sobreestima y predice en exceso el calentamiento durante las próximas décadas en el mismo 50%!.
Queremos ser muy claro al respecto: no estamos afirmando que la concentración de CO2 no aumentará durante los próximos 50 años. Esa es la tendencia, después de todo. Pero suponer que ya está aumentando a una tasa que dará por resultado un aumento anual del 0,84% promedio para los próximos 50 años, simplemente no está basado en hechos, lo que en sí mismo invalida a los resultados de la publicación.
Esto se hace especialmente cierto cuando uno se da cuenta de que el tiempo que toma para que el aumento del dióxido de carbono se exprese en términos de temperatura de superficie es de varias décadas (cuando menos). En otra palabras, las concentraciones de CO2 en la atmósfera de hoy tendrán más influencia sobre las temperaturas de superficie en el 2050 que lo que influirán las concentraciones en el 2025.
El editor en jefe del “CO2and Climate Alert”, el físico y climatólogo Patrick J. Michaels, confrontó con Myles Allen (listado como el tercer autor del nuevo artículo de Nature) con esta realidad cli-mática cuando aparecieron juntos, en vivo, en el programa de la BBC-TV “Allen's Defense?” Ellos usan la cifra equivocada, dice Allen, porque esa es la cifra usada por el IPCC, y es un respeta-do escenario. Más tarde, bajo el brillo de las luces del estudio de TV, Allen admitió que si ellos “ajustaran” su modelo con las cifras reales en lugar de su loco escenario del 0,83%, el resultado sería exactamente el mismo calentamiento que Michaels ha estado proyectando durante años — un mero aumento de 0,75º C por cada medio siglo.
¿En quién confía usted: en la realidad o en un escenario falsificado?
Lo que resulta particularmente exasperante en el estudio de Stott y Allen es el uso constante de la polémica política disfrazada de ciencia. De manera rutinaria, Nature requiere un primer párrafo con la intención de servir como abstracto de un estudio científico, un párrafo de apertura que des-tile los relevantes hallazgos de la investigación en algo para que la gente que está demasiado ocupada para leer los detalles, puedan enterarse rápidamente del contenido del artículo. Conside-re, entonces, el primer párrafo de este particular artículo: “El verano de 2003 fue con toda probabilidad el más caliente desde por lo menos el 1500, y en Francia, Alemania e Italia se informaron de cantidades inusualmente grandes de muertes debidas al calor”
Si “muerte” fuese la palabra clave para buscar en el artículo de cuatro páginas para más detalles relevantes, ¿Qué encontraría el lector? Nada. Ni una sola ocurrencia. Una broma mejor para el artículo de Stott podría haber sido: “Sir David King, el asesor del primer Ministro Tony Blair quiere que usted crea que el calentamiento global es una amenaza mayor que el terrorismo internacional, de manera que considere esto: El verano de 2003 fue probablemente el más caliente desde 1500, y en Francia, Alemania e Italia se informó de cantidades inusualmente grandes de muertes relacionadas con el calor.”
Para un mayor servicio de Sir David, Stott el tal escriben: “… Es difícil de evitar la conclusión de que la potencialmente peligrosa interferencia antropogénica en el sistema climático está ya en marcha.” Le daremos a Stott y coautores el mérito de no haber seguido escribiendo: “… y a medida de que el clima se caliente, la gente es tan estúpida que elegirán freírse lentamente y morir, en vez de adaptarse a este cambio gradual” (aunque la implicación está allí). Escribir algo como eso hubiese sido excesivamente absurdo porque esa hipótesis ya ha sido ensayada. Los resultados fueron informados por el International Journal of Biometeorology en lo que fue premiado como el “mejor artículo y estudio climático del año.” por la Asociación de Geógra-fos de EEUU.
Lo que ese estudio ganador de premios descubrió es que, a medida de que los climas urbanos fueron calentándose lentamente, por causa no relacionadas al calentamiento global, las muertes relacionadas con el calor se hicieron menos frecuentes. De hecho, en algunas ciudades, tales muertes no pudieron ser localizadas en las estadísticas. Sin embargo, Stott et al, esgrimen frente a Tony Blair y para el futuro, una predicción de cientos o miles de muertes relacionadas con el calor, y no proveen la cita a un artículo en el que usted podrá informarse mucho mejor www.co2andclimate.org/wca/2003/wca_2bpf.html.
Referencias
- Stott, P.A., Stone, D.A., Allen, M.R., 2004. Human contribution to the European heatwave of 2003. Nature, 432, 610-614.
- Davis, R.E., Knappenberger, P.C., Novicoff, W.M., Michaels, P.J., 2003. Decadal changes in summer mortality in U.S. cities. International Journal of Biometeorology, 47, 166-175.
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