Obsesionados por el calentamiento
por Bjorn Lomborg
(12-diciembre-2004)
El calentamiento mundial se ha convertido en una obsesión moderna. Por parte de los gobiernos y los activistas que se reúnen estos días en Buenos Aires escuchamos la incesante premonición: poner el calentamiento mundial al frente de nuestras prioridades es el reto moral de nuestra época.
Sin embargo, están equivocados. El calentamiento mundial es real y es causado por el CO2. El problema radica en que los modelos climáticos muestran que podemos hacer muy poco acerca del calentamiento. Aun si todos (incluido Estados Unidos) implementaran Kyoto y lo cumplieran a lo largo del siglo, el cambio sería casi imperceptible, atrasando el calentamiento por únicamente 6 años. Y los modelos económicos nos indican que el costo es importante. Kyoto cuesta al menos US$ 150.000 millones al año. Naciones Unidas estima que con la mitad se podría comprar agua potable, servicios sanitarios, servicios básicos de salud y educación a todos los habitantes del planeta.
El calentamiento mundial afectará principalmente a los países en desarrollo, debido a que son más pobres y, por lo tanto, cuentan con menos capacidad para encarar los cambios climáticos. No obstante, para el año 2100, incluso los pronósticos más pesimistas de la ONU estiman que el habitante promedio en los países en desarrollo será más rico de lo que somos ahora.
De tal forma que cualquier acción respecto al calentamiento global es básicamente una manera muy costosa de hacer muy poco por personas que serán más ricas que nosotros en el futuro. Necesitamos cuestionarnos si de hecho esta debería ser nuestra prioridad número uno.
Algunos de los principales economistas del mundo, incluyendo a tres ganadores del Premio Nobel, contestaron ese interrogante en el Consenso de Copenhague en mayo pasado. Ellos encontraron que enfrentar el sida, las hambrunas, la malaria y avanzar al libre comercio eran las principales prioridades mundiales. Y consideraron que enfrentar el cambio climático era la última. De hecho, los expertos consideraron a estos planes, incluyendo a Kyoto, como "malos proyectos", simplemente porque cuestan mucho y hacen poco bien.
Bjorn Lomborg
UNIVERSIDAD DE AARHUS (*)
(*) Organizador del Consenso de
Copenhague y autor de
"El Ambientalista Escéptico".
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