Yo pude ver que esto venía.
El otro día una señora en mi departamento me vió y dijo, "Bueno, George, con todos estos huracanes está muy claro que el calentamiento global está ocurriendo, no es verdad?" Pensé que Jane hacía sólo una broma, porque me ha escuchado hablar sobre el calentamiento global y sabe de mi visión "políticamente incorrecta" sobre este asunto. Sin embargo, ella trae a colación una pregunta que muchas personas han estado haciendo: "¿Tiene este año lleno de huracanes en el Atlántico algo que ver con el calentamiento global"?
La respuesta corta: NO
La respuesta larga:
Las estadísticas a largo plazo de los huracanes es muy buena, de manera que podemos tener alguna confianza en las tendencias que vemos en la cuenta de los huracanes. Hay dos razones para esto: (1) los huracanes son grandes y poderosas tormentas muy difíciles de ignorar; (2) los huracanes están muy bien definidos. La Escal Saffir-Simpson usa la velocidad de los vientos (el promedio de un minuto) para definir la fuerza de un huracán, comenzando en 74 millas por hora (127 km/h - Categoría 1), y termina en velocidades por encima de los 155 mph (249 km/h, Categoría 5). Otro sistema de medición usa la presión central como criterio.
La Figura 1, obtenida de datos provistos por el Centro Nacional de Huracanes, muestra los "golpes" de huracanes (toma de tierra) por década en los EEUU desde 1900.
Los años 40 fueron fueron bastante movidos, los años 70, los más calmos, y los años 90 muy cerca del promedio a largo plazo. Una simple linea de tendencia muestra una disminución a lo largo del tiempo. Este es un resultado del que se hace eco Easterling, et al., (2002), quienes dijeron, "la cantidad de huracanes intensos del Atlántico que hicieron contacto con tierra ha declinado."
En el Golfo de México "no existen señales de un aumento de la frecuencia ni la inten-sidad de los huracanes," según Bove et al (1998). Para el Atlántico Norte en total, de acuerdo al Programa Ambiental de las Naciones Unidas (PNUMA) de la Organización Meteorológica Mundial, "Datos confiables... desde los años 40, indican que el pico de fuerza de los huracanes más fuertes no ha cambiado, y que la intensidad máxima promedio de todos los huracanes ha diminuido."
De acuerdo, hubo un aumento en el Atlántico desde 1995, y este año las tormentas han castigado a Florida en cantidad e intensidad pocas vistas antes. ¿Una señal de las cosas que vendrán, especalmente en un mundo más cálido? No según Bill Gray y su grupo de Pronósticos Tropicales en la Universidad del Estado de Colorado. Gray, que ha desarro-llado exitosos métodos para predecir la actividad de los huracanes, dijo que "Varios grupos e individuos han sugerido que el reciente aumento de la actividad de los huracanes del Atlántico (desde 1995) podría estar relacionada de alguna manera con los efectos del aumento de los gases de invernadero creados por el hombre, tales como el dióxido de carbono (CO2). No hay ninguna manera científica razonable para hacer una interpretación de esa naturaleza."
Y no hay razón para esperar aumentos debido al calentamiento por gases de inveradero. Los modelos del clima, con todos sus problemas, son unánimes en por lo menos un aspecto: predicen que la mayor parte del calentamiento será en las latitudes altas, en las regiones Polares. Esto reducirá el gradiente de temperatura entre las del norte y del sur y hará que la transferencia de calor hacia los polos sea menos vigorosa - una tarea en la que las tormentas tropicales juegan un rol fundamental. Todas las demas cosas permane-ciendo iguales, un mundo más caliente
debería tener menos - y no más - huracanes.
El mismo efecto debería reducir también la intensidad general de las tormentas en las latitudes medias. ¿Lo hace? Examinemos la evidencia.
Schwartz y Schmidlin (2002) analizaron la frecuencia de las ventiscas en los EEUU desde 1959. Definiendo a las ventiscas como tormentas con nieve que cae o es soplada hori-zontalmente, visibilidad de menos de 400 metros y vientos por encima de los 16 m/seg, llegaron a la conclusión de que hubo un aumento de la cantidad de ventiscas informadas, mientras que el área afectada por las ventiscas no ha cambiado de manera significativa. Esto indicaría que las ventiscas se están haciendo más pequeñas.
Es también posible que el
"Servicio nacional de meteorología está registrando ventis-cas más pequeñas y más débiles en los ultimos años que no fueron registradas a principios del período, como ocurrió también con el registro oficial de los tornados en los EEUU," lo que podría sugerir que el aumento de la frecuencia de las ventiscas puede haber sido exagerado.
Changnon y Changnon (2000) estudiaron la frecuencia del granizo ocurrido en los EEUU durante el último siglo. Encontraron que
"el promedio nacional basado en todos los valores de granizo en 100 años formó una distribución en forma de campana, con todas las ocurrencias haciendo pico hacia la mitad del siglo 20." La distribución de las tormentas eléctricas fue similar al resultado del granizo. Además, los autores encontraron que los montos pagados por los seguros de pérdidas por granizo declinaron desde los años 50, en concordancia con los resultados del estudio del granizo.
Zhang, et al (2000) examinaron la actividad de las tormentas a lo largo de la costa Este del país ocurridas durante el Siglo 20. Después de declarar que
"se ha especulado que un futuro calentamiento global cambiará la frecuencia y severidad de las tormentas tropicales y extratropicales," los autores usaron datos históricos en un intento de ayudar a predecir las tendencias futuras. Usando una variedad de índices, incluyendo la subida rápida del nivel del agua en las tormentas, los autores encontraron
"ninguna tendencia significativa en la actividad de las tormentas durante este siglo, a lo largo de la costa Este." El verdadero problema a lo largo de la línea costera, dijeron,
no es el cambio de clima sino el cambio
en el uso de la tierra, ya que más y más desarrollo edilicio ocurre a lo largo de la costa, creando una mayor susceptibilidad a los daños por tormentas.
Gulev, et al (2000) emplearon datos de reanálisis del NCEP/NCAR desde 1958 para estudiar la ocurrencia de tormentas de invierno sobre el hemisferio norte. Hallaron
una significativa declinación (al nivel del 95% de confianza) de 1,2 ciclones por año para el período, durante el cual las temperaturas aumentaron en gran parte del hemisferio.
"
El calentamiento global causa un aumento de las tormentas", hace titulares interesantes en los diarios. También
viola verdades científicas fundamentales y las lecciones de la historia.
George H. Taylor es Consultor Meteorólogo Certificado, y el
Climatólogo Oficial del Estado de Oregon, USA.
Referencias
- Bove, M.C., Zierden, D.F. and O'Brien, J.J., 1998. Are gulf landfalling hurricanes getting stronger? Bulletin of the American Meteorological Society 79: 1327-1328.
- Changnon, S.A. and Changnon, D., 2000. Long-term fluctuations in hail incidences in the United States Journal of Climate 13: 658-664.
- Easterling, D.R., Evans, J.L., Groisman, P.Ya., Karl, T.R., Kunkel, K.E. and Ambenje, P. 2000. Observed variability and trends in extreme climate events: A brief review. Bulletin of the American Meteorological Society 81: 417-425.
- Gulev, S.K., Zolina, O. and Grigoriev, S. 2001. Extratropical cyclone variability in the Northern Hemisphere winter from the NCEP/NCAR reanalysis data. Climate Dynamics 17: 795-809.
- Schwartz, R.M. and Schmidlin, T.W., 2002. Climatology of blizzards in the conterminous United States, 1959-2000. Journal of Climate 15: 1765-1772.
- Zhang, K., Douglas, B.C. and Leatherman, S.P., 2000. Twentieth-Century storm activity along the U.S. East Coast. Journal of Climate 13: 1748-1761.
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