AbstractoVemos que existe una estrecha correlación entre el aumento del flujo magnético solar arrastrado por el viento solar y el calentamiento de 0,5º C experimentado desde 1901.
El flujo magnético total que abandona al Sol, arrastrado por el viento solar, ha crecido por un factor de 2,3 desde 1901 (Lockwood et al., 1999). De manera concomitante, la temperatura global ha crecido en 0,5º C. La energía del flujo solar es transferida al ambiente cercano a la Tierra por la reconexión magnética y directamente a la atmósfera por las partículas cargadas. Existen indicaciones de que esta energía tiene efectos meteorológicos a pocos días después de las erupciones solares que generan corrientes de alta velocidad en el viento solar (Robert y Olson, 1973; King, 1974; Stolov y Shapiro, 1974; Schuurmans, 1979; Prohaska y Willett, 1983; Neubauer, 1983; Bucha, 1983; Herman y Gold-berg, 1985; Tinsley, 1996).
Svensmark y Friis-Christensen (1997) han demostrado que la cobertura de nubes global, observada por los satélites, está ligada a la fuerza de los rayos cósmicos galácticos modulados por el viento solar (r = 0,95). Este efecto, atribuido al sembrado de las nubes por partículas secundarias ionizadas (Pruppacher y Klett, 1997), indujeron un cambio en la cobertura nubosa de más del 3% en 3 ½ años. El correspondiente cambio en fuerza radiativa está en el rango de 0,8 a 1,7 W m-2. Esto es significativo, ya que el forzamiento radiativo total del CO2 acumulado en la atmósfera desde los tiempos pre-industriales es de unos 1.5 W m-2. Las mediciones del flujo de rayos cósmicos que registran miones en lugar de neutrones se remontan a 1937.
Cuando Svensmark (1988) comparó esta información con las temperaturas del hemisferio Norte, sus resultados fueron corroborados. Esta conexión está confir-mada por observaciones a corto plazo. Las disminuciones Forbush - súbitas caídas en el flujo de rayos cósmicos después de 2 días de las enérgicas erupcio-nes solares - coinciden con una reducción local de la cobertura de nubes del 3% (Pudovkin y Veretenenko (1995). En el largo plazo, el clima no debería ser afectado si la amplitud del efecto indirecto del viento solar sobre las nubes no cambiase. La fuerza del viento solar, sin embargo, se ha incrementado por un factor de 2,3 desde 1901.
Por lo tanto, el aumento de la reflectividad de la energía de vuelta al espacio está causada por el aumento de la cobertura nubosa, hecho provocado por un aumento de los rayos cósmicos llegando a la atmósfera, a su vez resultado de la disminución del viento solar, consecuencia de la disminución de la actividad solar hacia fines del ciclo 23. Como vemos, es una larga serie concatenada de causas y efectos que controlan la temperatura de la Tierra algo que ya ha sido demostrado por los astrofísicos que estudian la actividad del Sol, pero que los climatólogos siguen mirando con desdén (¿O quizás sospechan que esto podría poner fin a sus carreras como modelistas del clima? En realidad, los climatólogos consideran a los astrónomos y astrofísicos como intrusos en un campo que no es de su incumbencia. (¿Soberbios, nosotros?)Herman y Goldberg (1978) han demostrado que la energía del viento solar se con-centra en las latitudes de un estrecho cinturón circumpolar cerca de la zona de las auroras. En adición, tomando en cuenta la incidencia sesgada del flujo radiante del Sol, ellos calcularon que la potencia disponible del viento solar llegaría al 20% del flujo electromagnético del Sol.
Si Svensmark pudiese mostrar en detalle, en sus experimentos de laboratorio planeados en cooperación con el CERN, la manera en que los rayos cósmicos galácticos, regulados por el viento solar, afectan al desarrollo de las nubes, entonces hasta deberíamos conceder que la energía de la luz de las estrellas es suficiente para afectar al clima. Los rayos cósmicos y la luz de las estrellas inyectan casi la misma cantidad de energía en la atmósfera.
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