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Que Confiesen su Fe
por Dr. Roy Spencer

Traducido de TechCentralStation


Roy Spencer es un investigador principal de la Universidad de Alabama en Huntsville. En el pasado ha servido como Científico Senior para Estudios Climáticos en el Marshall Space Flight Center de la NASA, en Huntsville. El Dr. Spencer ha recibido la Medalla de Logros Científicos Excepcionales de la NASA, y el Premio Especial de la Sociedad Norteamericana de Meteorología, por sus trabajos de monitoreo de las temperaturas tomadas por los satélites. Es el autor de numerosos artículos científicos que han aparecido en Science, Nature, Journal of Climate and Applied Meteorology, Journal of Atmospheric and Oceanic Technology, Monthly Weather Review, Remote Sensing Review, Advances in Space Research, y Climatic Change.



No pasó mucho tiempo después que me convertí en un investigador científico para darme cuenta de que los científicos no son los imparciales buscadores de la verdad que yo siempre había creído. Los científicos tienen sus propias agendas, filosofías, nociones preconcebidas, y teorías preferidas. Estas visiones terminan por influir en su ciencia. En ninguna otra parte tiene esto más impacto en la ciencia que en la teoría del Calentamiento global.

Cuando deben confrontarse con un problema nuevo con relevancia política, siempre habrá cientí-ficos que se precipitarán a juzgar sobre posibles catástrofes ambientales. En los años 70 era la inminente edad de hielo. A fines de los 80 fueron las infladas predicciones sobre el calentamiento global. Muy recientemente, ambas posibilidades han sido metamorfoseadas en la posibilidad de que el calentamiento global causará una edad de hielo en Europa. En una época donde la cultura popular ayuda a borronear la línea entre fantasía científica y realidad, nuestras imaginaciones son encendidas por el pensamiento de una capa de hielo avanzando sobre una ciudad, o aumentos inexplicables del tiempo severo.

El 4 de febrero pasado testifiqué en una audiencia del Congreso que se realizó para explorar el rol que la ciencia juega en la formulación de políticas públicas. Yo traté de explicar que la ciencia siempre involucra suposiciones, de manera que las conclusiones científicas sólo son válidas en tanto esas suposiciones aguanten. Y además hay una serie de suposiciones adicionales, no declaradas, que los científicos ni siquiera conocen.

Para un problema tan complejo como la ciencia del clima, las suposiciones abundan. En los primeros días del modelado climático, la confianza era elevada cuando los científicos trabajaban en problemas bien definidos usando un número limitado de variables que creían que darían la respuesta. Nosotros los meteorólogos (por entrenamiento) fuimos siempre más escépticos porque comprendíamos lo complejo que era el clima.

Entran en escena los científicos goleadores que son hábiles conversadores públicos, quizás algún Premio Nobel en algún campo de la ciencia sin relación con el clima, todos con fuertes opi-niones acerca de lo que el gobierno debería estar haciendo para ayudar a salvar a la Tierra, y uno tiene una receta para pésimas políticas. Ahora, los modelistas del clima están aprendiendo lo complejo que es en realidad el sistema climático (sorpresa, sorpresa!). La tendencia de los científicos de precipitarse a juzgar no es culpa de la ciencia es la naturaleza humana.

Aunque me gustan los detalles, también estoy constantemente tratando de comprender la gran imagen. Tenemos bastante confianza en que las crecientes concentraciones de dióxido de carbono tienen una tendencia al calentamiento. El efecto invernadero natural de la Tierra, debido mayormente al vapor de agua, mantiene la superficie y la parte inferior de Tierra más caliente de lo que sería sin él, y el CO2 extra añade algo al efecto. Pero el 75% de ese calentamiento de la superficie nunca es contabilizado. Todo es vapor de agua representa enormes cantidades de calor que han sido retiradas de la superficie de la Tierra, en un sentido muy real refrigerándola, manteniendo a la superficie unos 35º C más fría que si los sistemas climáticos no existiesen. Todos los sistemas del clima actúan para redistribuir el calor, llevándolo desde donde hay más hasta donde hay menos& el contraste de la energía es lo que impulsa a los sistemas. De manera que la cuestión real es: ¿Cómo se ajustarán los sistemas del clima a la tendencia al calentamien-to? ¿Cambiarán sus procesos de nubosidad y precipitaciones de tal modo que amplificarán (realimentación positiva) al calentamiento, o lo suprimirán (realimaentación negativa)?

Nuestro conocimiento en esta área de la microfísica de las nubes y las precipitaciones (que con-trolan la cantidad del equilibrio del vapor de agua en la atmósfera) es tan ínfimo, que yo diría que es materia de Fe creer que la Tierra responderá amplificando la tendencia al calentamiento. Si la respuesta es simplemente benigna, entonces unos 2º F será todo lo tendremos que enfrentar en los próximos 100 años. Pero mientras tanto, me gustaría que todos esos extremistas del calenta-miento global confesaran su Fe y dejen de darle mala fama a la ciencia.



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