por Eduardo Ferreyra
(27-febrero-2004)
Quizás usted no crea que yo pueda estar escribiendo esto, pero créame, mi deber moral es informarle de manera correcta, y es mejor que se vaya preparando para lo peor. La prensa nunca se equivoca. ¿Nunca?Hay signos ominosos de que los patrones del clima en la Tierra han comenzado a cambiar de manera dramática, y que estos cambios pueden llevar a una drástica declinación de la producción de alimentos, con serias implicancias políticas para todas las naciones de la Tierra.
"La caída en la producción de alimentos podría comenzar muy pronto, quizás en 10 años a partir de hoy. Las regiones destinadas a sentir el impacto son las grandes productoras de trigo en Canadá y Rusia, en el norte, junto con una cantidad de áreas tropicales autosuficiente de la India, Pakistán, Bangladesh, Vietnam, e Indonesia, donde la estación de crecimiento depende de las lluvias traídas por los monzones.
La evidencia que apoya estas predicciones han comenzado a acumularse tan masivamente que los meteorólogos tienen dificultades para actualizarse. En Inglaterra, los granjeros han visto acortarse su estación de crecimiento en dos semanas desde 1950, con una pérdida general en la producción de granos estimada en unas 100.000 toneladas anuales.
Durante el mismo período, la temperatura media alrededor del Ecuador ha subido una fracción de grado, fracción que algunos casos significan sequía y desolación. En Abril pasado, en el estallido más devastador de tornados jamás registrado, 148 remolinos mataron a más de 300 personas y causaron 500 millones de dólares de daños en 13 estados de los Estados Unidos.
Para los científicos, estos incidentes aparentemente sin relación, representan las primeras señales de cambios fundamentales en el tiempo del mundo. El hecho central es que después de tres cuartos de siglo de condiciones extraordinariamente suaves, parece que el clima de la Tierra se está enfriando.
The Cooling World
noticia redactada por Peter Gwynne,
Newsweek, April 28, 1975, p. 64
(Cortesía de Tom Randall, Winningreen, LLC)
Qué susto, ¿no?¿Existe alguna similitud entre este artículo de 1975, que profetizaba una terrible catástrofe global por el enfriamiento del planeta, con los artículos que se están publicando desde 1980 sobre el calentamiento global? ¿Qué sucedió para que se cambiase de caballo en medio del río, y los científicos se lanzaran a una carrera desbocada por convencer a todos que el mundo no se estaba enfriando, sino que se está calentando de manera catastrófica? ¿Qué sucedió?
Resulta gracioso (¿o trágico?) comprobar que las predicciones calamitosas del enfriamiento de los años 70 son exactamente iguales a las profecías del calentamiento actuales. El enfriamiento predecía sequías en unas regiones y lluvias torrenciales en otras. El calentamiento también. El enfriamiento predecía un aumento de las tormentas y tornados en todo el mundo el calenta-miento también. Se predecía que las cosechas disminuirían y el hambre sobrevendría en el mundo el calentamiento también.
Entonces, ¿quiénes nos han estado mintiendo? No es posible que tanto el aumento como la disminución de la temperatura provoquen los mismos efectos. Es conveniente que nos fijemos en algunos datos de la historia climática muy reciente. Según el artículo de más arriba, el enfriamien-to había producido un estallido de tormentas y tornados.Cosa curiosa, se culpa ahora al calentamiento de un aumento de la frecuencia, número y violencia de los tornados y huracanes. Pero los datos meteorológicos desmienten esa afirmación. De acuerdo al estudio de C.W. Landsea et al., (1996, "Tendencias Decrecientes en la Frecuencia de Intensos Huracanes del Atlántico durante las Últimas cinco Décadas," Geophysical Research Letters, Vol. 23, No. 13, pp. 1697-1700.), la velocidad máxima de los vientos huracanados del Atlántico ha decrecido en un 12% entre 1940 y 1993, y esto se aprecia en el siguiente gráfico:
No han sido muy originales los impulsores del calentamiento. Apenas si tomaron el libreto del enfriamiento y reemplazaron la palabra enfriamiento con calentamiento, y adelante con los faroles! ¡Qué mundo generoso que es la Tierra! Permite que proliferen y subsistan toda clase de teorías absurdas, de diversas calañas, y cataduras. La Tierra es indiferente a ello, un pedazo de roca, gases y agua vagando en el espacio, poblado por billones de partículas con vida o algún tipo de actividad química que se asemeja a la vida que terminará evaporándose en una masa de gases en unos 7 mil millones de años, cuando el Sol se trasforme en una enana blanca.
Me causa gracia imaginar los trillones de teorías que se habrán esbozado y lanzado contra el público de esos días, con la resistente y perenne intención de convencer a los tontos de que es necesario que trabajen para los pícaros, y éstos puedan vivir a costa de los menos educados, menos informados, menos inteligentes no de casualidad los más ingenuos y creyentes en cualquier tontería que se les ofrece a precio de liquidación.
¿Calentamiento catastrófico, enfriamiento catastrófico? ¡Qué va! Ni lo uno ni lo otro. La historia del clima terrestre reciente desde que el hombre comenzó a trabajar la tierra y producir sus alimentos - nos muestra que las variaciones han sido mínimas y las sociedades han sobrevivido a sus efectos. Los efectos del calentamiento del Período Cálido Medieval, antiguamente llamado por los climatólogos el Pequeño Óptimo Climático, no sólo no fueron catastróficos, sino que permitieron un extraordinario avance en todas las actividades humanas, tanto artísticas como comerciales e industriales. Se sentaron las bases del llamado Renacimiento. Por lo tanto, el aumento previsto de temperatura, de unos 2º C (por los científicos serios, no los payasos) nos llevará de regreso a esa época maravillosa.
Pero un enfriamiento de la misma magnitud nos precipitaría de cabeza a una nueva Pequeña Edad de Hielo, como la ocurrida de manera natural entre el 1200 y el 1716, quítele o añádale unos años. Los campos de cultivo, que antes se extendían hasta muy altas latitudes boreales, se redujeron de una manera que sí podemos llamar catastrófica, porque junto a la disminución de las estaciones de crecimiento, llevaron a la humanidad a sufrir graves problemas de alimentación.
Gracias a las crónicas y registros históricos, podemos comparar una época con otra, y no nos puede quedar ninguna duda sobre cuál de las dos elegir. La respuesta surge de la pregunta: ¿Conoce usted a alguien que prefiera pasar sus vacaciones en Groenlandia en lugar del Caribe? O ¿Cuántas personas que se jubilan en la Florida eligen mudarse a Chicago, o a Alaska?
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