Nuevas Predicciones de El Niño/ENSO Schroeter Institute for Research in Cycles of Solar Activity 1. Introducción
La figura 1 muestra esto muy claramente. La curva verde representa las anomalías de temperatura globales basadas en las observaciones de superficie (Jones), mientras que la curva azul se basa en los datos satelitales (MSU). Aunque las amplitudes de ambas curvas son muy diferentes, ellas llegan a picos y simas casi al mismo tiempo. Los triángulos rojos marcan a los eventos El Niño, y los triángulos verdes a los episodios La Niña. Los El Niño coinciden de manera consistente con los picos de las temperaturas globales, y los episodios de La Niña con las simas. Hay una sola excepción que coincide con la erupción del volcán Pinatubo, indicada por un triángulo amarillo. Cuando ocurren erupciones volcánicas explosivas, las temperaturas globales son moduladas por sus efectos enfriadores. La importancia de la actividad ENOS para el clima global ha sido corroborada recientemente por una investigación que muestra que la variabilidad de la Oscilación Decanual del Pacífico (ODP) está sujeta directamente al forzamiento del El Niño y La Niña, y no vice versa, de manera que la predicción de la ODP puede estar relacionada directamente con la capacidad de predecir al ENOS (Newman et al., 2003). De modo que es plausible que existan fuertes conexiones entre los eventos ENOS y el curso estacional del tiempo en otras regiones del mundo. Dado que esto puede ser la clave para las predicciones estacionales de largo plazo, hay un fuerte interés en los precursores que podrían hacer posible la predicción de los eventos ENOS. Las observaciones diarias de los cambios diarios en las temperaturas superficiales del mar (TSM, o SST en inglés), los vientos de superficie, la estructura térmica superior del océano, y las corrientes oceánicas le permiten a los investigadores desarrollar modelos que se pueden ensayar mediante predicciones experimentales. Sin embargo, parece ser extremadamente difícil diseñar modelos que extienden el límite de algunos meses establecido por las observación de precursores. Zane y Zebiak, del Observatorio Terrestre Lamont-Doherty, hicieron la primera predicción existosa de un El Niño a principios de 1986, un año antes del evento, pero su modelo no pudo predecir el fuerte El Niño de 1997. Al momento, no existe ningún modelo físico o estadístico que pueda predecir con precisión los eventos ENOS con antelaciones mayores a 12 meses. (Neelin y Latif, 1998). Landsea y Knaff (2000), que emplearon una herramienta estadística para evaluar la capacidad de doce modelos climáticos "state-of-the-art", o "lo más perfecto en la materia", en predicciones en tiempo real del desarrollo de El Niño de 1997-98, demostraron que, esencialmente, los modelos no mostraron ninguna capacidad para la predicción del evento con antelaciones de cero a 8 meses. De acuerdo a Neelin y Latif (1998) el ruido del tiempo y el caos determinístico - representando la variabilidad interna del sistema climático, determinaron los límites del tiempo de antelación de las predicciones. Este énfasis sobre el caracter exclusivamente interno de los eventos ENOS, está en concordancia con la tesitura de la climatología de que los fenómenos ENOS son el ejemplo más espectacular de una libre oscilación interna del sistema climático no sujeta a un forzamiento externo (Peixoto and Oort, 1992). Ha sido demostrado que esta tesitura no es sustentable porque existe un forzamiento externo ejercido por la actividad solar - a una grado tal que las predicciones de los eventos ENOS pueden basarse en ella. Yo he predicho correctamente los últimos tres El Niño, años antes de los respectivos eventos, y también el curso de la última La Niña (Landscheidt, 2002), aunque la predicción fue basada totalmente en la variable actividad eruptiva del Sol. (Ver nota especial por John L. Daly con referencia a esta afirmación). Mientras tanto, yo estuve trabajando sobre este modelo solar para mejorarlo. Es la versión avanzada que se presenta aquí, junto con nuevas predicciones detalladas del ENOS.
El máximo solar en el ciclo de manchas del Sol de 11 años es una caraterística muy conocida. En la literatura, el largo del ciclo de las manchas no sólo es medido de mínimo en mínimo, sino también de máximo en máximo. Sin embargo es poco conocido que también existe un máximo de la actividad eruptiva del Sol (fulguraciones, eyecciones de masa de la corona, y prominencias eruptivas) dentro del ciclo de 11 años. Aquí se demuestra que puede ser definido de una manera sumamente precisa. Máximas consecutivas de las erupciones (ME) forman ciclos por sí mismas - de ME en ME - que también tienen una extensión media de 11 años. Estas máximas son de una especial importancia ya que están estrechamente ligadas a la actividad ENOS. El ciclo de 11 años de las manchas del Sol no es simétrico. Las confiables observaciones que se tienen desde 1750 muestran que la media de aumento de la media al máximo de números de manchas solares (4.3 años) es considerablemente más empinado que la declinación hacia el mínimo del número de manchas (6.7 años). En el ciclo medio normalizado a 1, la relación de la parte ascendente con el ciclo total es 0,39, y la relación de la parte con el ciclo completo es de 0.61. Esto es cercano a la proporción de la "Sección Áurea" que divide el marco de una estructura tal como un segmento de línea, una superficie, un ciclo, o cualquier otra cosa de manera que la relación entre la parte más pequeña (menor) y la más grande (mayor) es igual a la relación entre la parte mayor con el total. Cuando el total se supone igual a 1, tenemos 0.3819 … : 0.618 … = 0.618 … : 1. Para encontrar la mayor aproximada del largo de un ciclo, este tiene que ser multiplicado por 0,618. La mutliplicación por 0,382 nos da la menor. Esto hace fácil ver que, de acuerdo a las observaciones desde 1750, la máxima del número de manchas solares coinciden casi exactamente con la menor de la "sección áurea" cuando el ciclo se mide de mínimo en mínimo. Esto no es una extraña coincidencia. Es bien conocido que la sección áurea no sólo tiene asombrosas cualidades matemáticas, sino que también orquesta el crecimiento de las plantas y regula la estabilidad de las neuronas. (Kappraff, 1991). Y sin embargo, hasta hay científicos que a menudo desconocen las funciones físicas de la sección áurea, especialmente en la dinámica celestial. Hay pruebas matemáticas de que el número áureo G = 0.618 … es el más irracional de los números, en cualquiera de las clases de números. esta cualidad lo liga a la estabilidad del sistema solar, como lo han demostrado los matemáticos y físicos Siegel (1942), Kolmogorov (1979), Arnol’d (1963) y Moser (1973). Esto es crucial, dado que una integración del sistema solar de 200 millones de años (Sussman y Wisdom (1992) provee evidencia de que todas las órbitas planetarias son caóticas con la misma escala de tiempo para una divergencia exponencial de unos 4 millones de años. En mi estudio “The Cosmic Function of the Golden Section" (La Función Cósmica de la Sección Áurea, Landscheidt, 1995) he demostrado cómo la sección áurea, como un parámetro de estabilidad, ha mantenido estable al sistema solar por 4,6 mil millones de años a pesar del caos en todas las órbitas planetarias. La función estabilizadora de la sección áurea no está confinada a sistemas dinámicos macroscópicos. Child (1993) y Mackay, Meiss y Percival (1987) han proporciondo evidencia de que gobierna la dinámica interior de las moléculas a energías que se acercan al umbral de ionización. El hecho de que la parte ascendente del ciclo de 11 años de las manchas solares es igual a la "menor", y que la parte descendente es igual a la "mayor" de la sección áurea, contribuye a la estabilización de la actividad solar que se caracteriza por fenómenos generados por inestabilidad. Bajo esta luz, tiene sentido el que las primeras investigaciones indican que el máximo de erupciones ME cae en 0,618 de la unidad del ciclo. Establece una simetría dentro del ciclo de 11 años como máximo de manchas solares (MS) y ME a 0.382 y 0.618 muestran simetría bilateral con respecto a 0,5 en el medio del ciclo. El intervalo de ME a ME resulta ser de un ciclo. (CME) como también su segundo armónico (CME/2) está estrechamente conectado con los eventos ENOS La Figura 2 presenta una primera evaluación de la posición ME, revisando la hipótesis de trabajo de que ME cae en 0,618 de la undidad del ciclo. Muestra la distribución de frecuencia de las enérgéticas erupciones solares dentro de la parte descendente del ciclo de 11 años, desde máximo hasta mínimo, como está indicado por las flechas. La muestra cubre todas las fulguraciones energéticas X => 6 observadas por los satélites desde 1970 hasta el presente. Estos datos están disponibles en el National Geophysical Data Center, Boulder, Co. Intensas llamaradas de Rayos-X, casi siempre acompañadas por pesadas eyecciones de masa de la corona, son geofísicamente más efectivas que las fulguraciones categorizadas en clases de brillo óptico. Antes de 1970, no habían observaciones continuas de satélites de las llamaradas de Rayos-X. Esta es la razón por la cual todas las altamente energéticas fulguraciones cósmicas observadas entre 1942 y 1970 fueron incluidas y listadas por Sakurai (1974) y Smith y Smith (1963). La muestra total comprende 49 erupciones extremadamente energéticas. Las alas descendentes de los ciclos de manchas solares entre 1942 y el presente fueron normalizadas para tener un largo unitario igual y así facilitar el reconocimiento de idénticas fases de eventos en ciclos diferentes. La posición hipotética de ME en 0,618 del ciclo de 11 años normalizado a 1, está marcado en la Figura 2 por un triángulo rojo. Un rango de ±0.15 alrededor del ME está indicado por una barra horizontal. Como se esperaba, las erupciones energéticas se acumulan en esta región cercana a ME. Tanto como 33 de las 49 erupciones caen en este rango. Las recientes erupciones espectaculares cubiertas por los reportes en los medios, también se encuentran en esta región. Cerca del máximo del número de manchas, sin embargo, sólo se observaron muy pocas erupciones. En una evaluación estadística basada en las tradicionales expectativas hubiese sido razonable suponer un máximo de erupciones alrededor de RMax y una frecuencia descendente paralela al curso de la decreciente actividad de las manchas solares. La frecuencia esperada, sin embargo, estaría expuesta a objeciones. Como podemos ver en la Figura 2, más allá de 0,75 en la escala no hay más fuertes erupciones observadas dado que esto está muy cerca del mínimo del ciclo. Además, parece más objetivo esperar una distribución igual en toda el área cubierta por erupciones desde 0 hasta 0,75 en la escala, de manera que se eliminan todas las predilecciones. Un ensayo Pearson sobre esta base, con dos clases, una de ±0.15 alrededor de ME y la otra comprendiendo el resto de la escala hasta 0,75, rinde Chi2 = 15.3 para 1 grado de libertad, y P < 0.0001. Haciendo un re-muestreo se confirma este resultado. Mientras que ME cae justo en el centro de las erupciones más frecuentes, no puede ser rechazada la hipótesis de que la posición media de ME es idéntica con la "mayor" de la sección áurea en 0,618 de la escala. Esto es corroborado con un resultado adicional. Como la Figura 2 muestra sólo la frecuencia de distribución en el ala descendiente del ciclo normalizado a 1, la posición 0,618 en el ciclo completo es idéntica con 0,382 en la escala de la Figura 2. La media así pesada en la observada frecuencia de distribución de la Figura 2 es igual a 0,37. Esto es muy cercano a la posición hipotética de ME a 0,382. La investigación de las erupciones energéticas cubre solamente los ciclos solares desde 1970 en adelante. la Figura 3 extiende la evaluación de ME hasta 1900. El índice geomagnético aa (Solar-Geophysical-Data, 2003) mide el efecto cerca de la Tierra de las erupciones solares. La curva azul de la Figura 3 muestra el índice aa suavizado desde 1900 hasta 2000. Las posiciones hipotéticas de ME en 0,618 están marcadas por triángulos rojos, y la máxima de manchas solares (SM) por un triángulo azul. Se puede ver claramente que la posición de ME casi siempre coincide con la máxima aa indicando fases de fuerte actividad eruptiva en el Sol. Hay sólo dos excepciones: la máxima aa hacia 1958 y 1990 ocurriendo dentro de ciclos solares excepcionalmente cortos e intensos. En tales casos, la máxima aa parece desarrollarse más temprano que lo teorizado. Obviamente, el SM es un mal indicador de la fase más eruptiva del ciclo solar. 3. El Niño y La Niña ligados a ciclos basados en EM y SM La curva de la figura 4 muestra datos normalizados ligeramente suavizados del SOI (o Índice de la Oscilación del Sur) (Climate Prediction Center, 1998). Mide los gradientes de presión atmosférica a lo largo del Pacífico tropical que, a su vez, es un indicador de las variaciones de los vientos ecuatoriales. Los valores negativos del SOI, que indican un El Niño, van junto a vientos alisios (trade winds) más débiles que lo normal en el Pacífico central, y temperaturas de la superficie del mar más altas que lo normal (SST, o Sea Surface Temperatures) en el Pacífico oriental ecuatorial, y un gradiente de presión atmosférica decreciente hacia el oeste, con cambiantes tensiones en los valores de los vientos. Los valores altos del SOI indican condiciones de La Niña, justo lo opuesto de un escenario de El Niño. En la Figura 4 los datos son invertidos de manera que los fuertes picos positivos apuntan a los Niños (áreas rojas) y las desviaciones negativas apuntan a las Niñas (áreas azules). Resulta evidente que el ciclo que va desde EM a EM (EMC) y su segunda armónica están relacionados estrechamente con los eventos ENOS. EM y la fase cero de su segunda armónica (EM/2) son indicadas por los triángulos verdes. Antes de la inversión de fase, indicada por una flecha, las fases EM y EM/2 coinciden con las Niñas y después con los Niños. El máximo de manchas solares SM, como también la segunda armónica de un ciclo que va de SM a SM (SMC) muestran una conexión similar, aunque invertida. SM y las fases cero de la segunda armónica (SM/2) están marcados por triángulo de color cyan. Antes de la inversión de fases SM y SM/2 van juntos con los Niños y después con las Niñas. Los efectos del EMC y SMC parecen ser de una polaridad opuesta, pero el patrón antes y después de la inversión de fases muestran una balanceada simetría, similar a EM y SM con respecto a 0,5 en el ciclo unitario de 11 años. 4. Inversiones de fase en los ciclos solares, conectadas con eventos ENOS En casi todos mis estudios yo pude mostrar que existen inversiones de fase en la serie de tiempos del clima, relacionadas con los ciclos solares. Estas no son invenciones ad hoc, sino que son fases computables de inestabilidades que usualmente ocurren cuando las fases cero de ciclos de movimientos solares más largos coinciden con con las fases cero de ciclos de movimiento solares más cortos. Sin dicho conocimiento, las predicciones no llevarían a ninguna parte. Un Niño predicho podría resultar ser una Niña, o viceversa. Profundos y completos análisis han descubierto que, con respecto a los eventos ENOS existe otro patrón de inversión de fase que había escapado a mi atención. Yo he demostrado que la Oscilación del Atlántico Norte (NAO, por North Atlantic Oscillation), la Oscilación Decanual del Pacífico (PDO, por Pacific Decadal Oscillation), los extremos en las anomalías en la temperatura global, como también las lluvias de Europa y las inundaciones, están ligadas a ciclos en el movimiento orbital irregular del Sol alrededor del centro de masas del sistema solar (Landscheidt, 1983-2003). La tasa de cambio del momento angular L orbital del Sol - la fuerza rotatoria dL/dt que impulsa al movimiento orbital del Sol ("par", o torque) - forma un ciclo de par (o torque) (TC) con un largo medio de 16 años (Landscheidt, 2001a,b). Las perturbaciones en el curso sinusoidal de este ciclo recurre en intervalos cuasi periódicos y marcan las fases iniciales de un ciclo de perturbación (PC) de una largo medio de 35,8 años. En cuanto a los detalles, refiero a los lectores a la Figura 2 de mi estudio en internet “Solar eruptions linked to North Atlantic Oscillation” (Landscheidt, 2001 a). Las fases cero de PC juegan un rol importante en la predicción a largo plazo de diversos fenómenos climáticos. Ellos indican, por ejemplo, los picos de regímenes PDO cálidos, las fases más frías de los regímenes fríos, y cambios entre estos regímenes (Landscheidt, 2001b). También están ligados a extensos eventos de sequías y lluvias medidos por el Índice de Sequías de los Estados Unidos (Landscheidt, 2003a). En cuanto a los detalles e implicaciones físicas del movimiento orbital irregular del Sol, refiero al lector a mis estudios “¿Pequeña Edad de Hielo, en Vez de Calentamiento Global?” (en español, en este mismo sitio) (Landscheidt, 2003b) y “Extrema in sunspot cycle linked to Sun’s motion" (Landscheidt, 1999). Otro enfrentamiento para el ciclo de 35,8 años ha sido presentado en la Figura 3 de mi estudio “Trends in Pacific Decadal Oscillation subjected to solar forcing” (Landscheidt, 2001b). Se ha visto que los valores absolutos del ciclo de par (|dL/dt|) forma un ciclo más corto que juega, por ejemplo, un papel mayor en el forzamiento solar en la Oscilación del Atlántico Norte (Landscheidt, 2001a) y en descargas en áreas de captación de lluvias (Landscheidt, 2000c,d ). Cuando se aplica a |dL/dt| un filtro de paso bajo Gaussiano que suprime las longitudes de onda menores que 9 años, emergen nuevas oscilaciones como se muestra en Fig. 3 del mencionado estudio para 1721-2077. Las mínimas en la curva suavizada de |dL/dt| son idénticas, con fases iniciales en el ciclo de perturbación de 36 años. De manera que resulta fácil de computar las fechas precisas de estas fases para cualquier período, como por ejemplo, 1829.5, 1867.2, 1901.8, 1933.6, 1968.9, 2007.2, 2044.9, y 2080.7. La naturaleza a menudo repite patrones bien ensayados a diferentes escalas. Cuando se considera al ciclo de 36 años como parte de un fractal que también comprende al ciclo de manchas solares de 11 años, al que está ligado por la dinámica del Sol, la fases de la menor 0,382, comparable al máximo de 11 años del ciclo solar, podría esperarse que tenga una función especial. Una de ellas, en cuanto yo puedo verlo, es la inducción de inversiones de fase en ciclos subordinados. Resultan especialmente afectados los ciclos solares que están relacionados con los eventos El Niño. Esto ha sido confirmado por una comparación del índice Quinn de El Niño (Quinn et al., 1987) remontándose hasta 1525 con fases 0,382 en los respectivos ciclos solares de 36 años. Esta relación morfológica tiene sentido dado que el campo magnético solar invierte su polaridad cuando los ciclos de 11 años llegan al máximo de manchas solares. La fase inicial del actual PC cae en 1968,9 y este ciclo termina en 2007,2. De modo que la menor 0.382 cae en 1983,5. Sin emabrgo, la actual fase de inversión ocurrió en 1976 como será confirmado por los datos adicionales presentados en la Figura 4 y 5. Esta es la única excepción en más de 200 años. Desgraciadamente, justo en el presente ciclo importante para la actual predicción, intervino otro factor, concretamente el ciclo de 179 años en el movimiento del Sol. Jose (1965) ha encontrado patrones en la tasa de cambio en el momento angular orbital del Sol que se repite a intervalos de 178,8 años. En sus pioneros análisis computados del movimiento del Sol descurbrió que las manchas solares, también, siguen un ciclo de esta duración. De acuerdo a Dansgaard et al. (1973), un período de 181 años, bastante cercano a 179 años, es la característica cíclica más sobresaliente del perfil del isótopo de oxígeno de las probetas de hielo de Camp Century. Esto indica una conexión del clima con la cual he trabajado en numerosos estudios (Landscheidt, 1983-2003). El ciclo de Jose puede ser cambiado de manera arbitraria. He demostrado, sin embargo, que tiene fases iniciales bien definidas que caen, por ejemplo, a 1545.1, 1723.1, 1901.8. y 2080.7. Para un ploteo del ciclo de 179 años, refiero al lector a la Figura 3 de mi estudio "on-line" "Trends in Pacific Decadal Oscillation subjected to solar forcing" (Landscheidt, 2001b). El ciclo de 179 años, también ligado a la dinámica del Sol, puede ser considerado como parte de un fractal completo que también comprende al ciclo de 36 años y al ciclo de manchas solares de modo que la menor de la sección áurea también induce inversiones de fase en ciclos subordinados. En el actual ciclo que corre desde 1901,8 hasta 2080,7, la menor 0,382 cae en 1970,1. Un análisis detallado muestra que la inversión de fase en 1976, indicada en las Figuras 4 y 5 por las flechas, ocurrieron justo en el punto medio 1976,8 entre 1970,1 y la fase 0,382 de 1983,5, en el ciclo de 36 años. Dado que la fase 0,382 en el siguiente ciclo de 36 años no será alcanzada antes de 2021, el patrón debería de continuar como lo indica la Figura 3 y 4 después de la inversión de fase de 1976. Quienes deseen hacer sus propias predicciones deberían entender que una solución del problema de la inversión de fases, despreciada o aún ridiculizada por muchos climatólogos, es crucial para una correcta predicción de los episodios ENOS y otros fenómenos climáticos regulados por la actividad solar. De manera intrigante, la inversión de fase en 1976 siguió adelante con un régimen crucial y un cambio en la tendencia de las temperaturas globales. Está reconocido que tres fases pueden distinguirse en el desarrollo de las temperaturas globales: Una pronunciada subida a partir de un bajo punto hacia 1910, a una cresta alrededor de 1945, una tendencia al enfriamiento desde 1945 hasta 1976, y desde entonces una tendencia creciente al calentamiento. El último cambio de régimen en 1976 coincidió con la descrita inversión de fase en 1976. Las inversiones de fase indicadas por las fases 0,382 en los PC precedentes caen en 1947,1 y 1913, 9. Ellas también coinciden con los respectivos cambios de régimen. 5. Armónico del Ciclo de Perturbación PC Conectado con Episodios ENOS. Los triángulos rojos en la figura 4 indican las fases cero del 8º armónico (PC/8) del ciclo de movimiento solar de 36 años descrito más arriba. hasta la inversión de fase en 1976, estas fases PC coinciden con Las Niñas, y después de la inversión de fase, con Los Niños. Da por resultado el mismo patrón de variaciones como en EM y EM/2. Debe notarse que que esto parece explicar la preponderancia de Las Niñas hasta 1976 y de Los Niños después de la inversión de fase. Las Niñas y Niños predominantes son indicados por dos factores de bien diferentes ciclos solares casi simultáneos, mientras que los Niños anteriores a 1976 y Las Niñas después de 1976 está solamente conectados con un único factor solar. Esto parece tener un efecto cuantitativo. 6. Ciclo de Par Especial Involucrado en el Forzamiento Solar de los Eventos ENOS Un factor adicional que parece contribuir al gatillado de El Niño y La Niña es una forma especial del ciclo de par de 16 años TC descrito más arriba. Sus fases cero consecutivas tienen una cualidad diferente. El movimiento orbital del Sol, del que se deriva el ciclo, está gobernado por diferentes fuerzas en la misma manera que el curso de los planetas alrededor del Sol. Las fuerzas gravitacionales y centrífugas se balancean en general, pero en las fases especiales de la órbita, una de las dos fuerzas puede prevalecer. Las fases cero Zg inician un período de prevaleciente gravitación y un movimiento orbital en dirección al centro de masas (CM) del sistema solar, mientras que las respectivas fases cero vecinas Zc marcan el comienzo de una dominante fuerza centrífuga y un movimiento alejándose del centro de masas (CM). Estos cambios en la cualidad física del movimiento solar tienen un fuerte efecto en la distribución de las erupciones solares en diferentes regiones del Sol (Landscheidt, 1986 a) . Los ciclos de par (o torque) medidos desde Zg a Zg (TCg) tienen un largo medio de 16 años, pero hay fuertes variaciones entre 10 y 23 años. La Figura 5 muestra una estrecha conexión entre TCg y los eventos ENOS. Las fases cero del 4º armónico de TCg (TCg/4) están marcadas por triángulos azules. Antes de la inversión de fase, ellas coinciden de modo consistente con Las Niñas, y después de 1976 con Los Niños. Las fases cero del 8º armónico de TCg (TCg/8) están indicadas por triángulos amarillos. Ellas tienen el efecto opuesto. Antes de la inversión de fase ellas son coetáneas con Los Niños, y después de 1976 con Las Niñas. Nuevamente, hay una simetría general. En cuanto a la preponderancia de Las Niñas hasta 1976, y los Niños después de esa fecha, no hay un cambio esencial. Sin la inclusión de los resultados presentados en la Figura 5, la relación del forzamiento era de 2 a 1, y con la inclusión, de 3 a 2 en favor del fenómeno predominante. Nuevamente, la precisión de la inversión de fase es impresionante, especialmente porque las fases TCg están derivadas de otro ciclo solar bien diferente. Una comparación entre las Figuras 4 y 5 muestra que de los siete factores solares involucrados - EM y EM/2, SM y SM/2, PC/8, TCg/4 y TCg/8 - a menudo dos o tres están relacionados a un único episodio ENOS. la media de sus fechas indican el pico del efecto ENOS. Si, en raros casos no todos los eventos únicos presentados en una de las Figuras 4 y 5 están cubiertas por uno de los factores, se encuentra un eslabón adecuado en la otra figura. Si factores con efectos opuestos coinciden, esto mutila la respuesta ENOS. TCg/4 en 1980 y SM en 1979,9 son un caso de ejemplo. 7. Nuevas predicciones de El Niño y La Niña La Figura 6 muestra a la izquierda el desarrollo del último El Niño. La pronunciada subida desde el último episodio frío a condiciones cálidas, iniciadas por PC/8, fue interrumpida por TCg/8, pero luego apoyada por EM y TCg/4. Como TCg/4 cayó en 2003,4, las temperaturas superficiales del mar (SST) se extendieron hasta bien entrado el 2003. Un episodio La Niña no podía desarrollarse. Como no hay otro factor que podría interferir, desde Diciembre 2003 hasta por lo menos Abril 2004 deberían prevalecer condiciones neutras (Probabilidad = 85 %). La predicción para el resto del año 2005 es más difícil que para otras épocas, como puede verse cuando se compara a la Figura 6 con las Figuras 4 y 5. El TCg/4 en 2005.9 liberaría a un El Niño que duraría desde mayo 2005 hasta abril del 2006, si no estuviese opuesto por EM/2, que se espera que ocurra a comienzos de 2006. Es probable (75%) que se desarrollen condiciones como las de 1980, cuando TCg/4 en 1980 y SM en 1979,9 liberaron potenciales opuestos al mismo tiempo. Las Figuras 4 y 5 muestran que hacia 1980 había sólo un ligero calentamiento que no había alcanzado los niveles de un El Niño. Estas condiciones deberían durar cuando menos hasta mayo de 2006. Esta situación cambiaría si el próximo ciclo solar Nº 24 resultase ser tan débil que alcanzase el desusado largo de más de 12 años. EM/2 se correría entonces a una fecha más tardía y no se opondría más a TCg/4. El PC/8 en 2007.2 tiene el potencial para un El Niño. Como la fecha 2007,2 es más cercana a 2006/2007 que 2007/2008, es de esperar que el Niño emergerá hacia julio de 2006 y durará hasta cuando menos mayo de 2007 (Probabilidad = 80 %). La alternativa a esta fecha temprana es una liberación del esperado El Niño para abril 2007; debería durar hasta enero de 2008(Probabilidad = 20%). En cuanto a una definición de ENOS basada en el Índice de la Oscilación del Sur (SOI), refiero al lector a mi estudio "Revisión de la predicción del El Niño" (El Niño forecast revisited) (Landscheidt, 2002). Esta definición está de acuerdo con las declaraciones del NOAA acerca del estado del El Niño, publicadas por el Climate Prediction Center/NCEP 8. Antecedentes Físicos y Vista General A pesar de mis bien documentadas y exitosas predicciones de eventos ENOS con años de anticipación a la ocurrencia de los mismos, debe esperarse que los resultados presentados serán desechados como artificios estadísticos ya que no hay una explicación detallada en estrictos términos de la Física. Este no es, sin embargo, un argumento válido ya que los climatólogos no saben cómo ni por qué El Niño y La Niña tienen su origen. Solamente se conocen los procesos meteorológicos que acompañan a los eventos ENOS, pero no cuáles son los que los producen y liberan. Entonces los críticos demandan tontamente una explicación física de la relación del Sol con procesos que todavía no pueden ser explicados por los climatólogos. Aunque no hay todavía argumentos estrictamente físicos que puedan explicar en detalle la manera en que la actividad solar provoca a los ENOS, es posible desarrollar hipótesis de trabajo que sugieren mecanismos potenciales que podrían ser importantes - si los climatólogos descubren cómo y por qué son gatillados los Niños y las Niñas. Las llamaradas solares aumentan la radiación UV del Sol en por lo menos 16%. El ozono de la estratósfera absorbe este exceso de energía que causa calentamientos locales y desplazan el vórtice polar 70-mb. Esta perturbación en la circulación se propaga hacia abajo a la tropósfera en donde afecta la intensidad de la circulación Hadley. Hartley et al. (1998) han demostrado que existe una conexión dinámica entre las distorsiones y eventos meteorológicos en la troposfera. Los modelos de circulación desarrollados por Haigh (1996), Shindell et al. (1999), y Balachandran et al.(1999) confirman que los cambios de la circulación inicialmente inducidos en la estratosfera pueden penetrar en la tropósfera e influenciar a las temperaturas, presión del aire, circulación Hadley, y ruta de las tormentas, al cambiar la distribución de grandes cantidades de energía que ya estaban presentes. Dado que los eventos ENSO están conectados a los vientos alisios, y estos a las celdas Hadley que pueden ser afectadas por los cambios de la circulación en la estratosfera inducidos por las fulguraciones solares, parece plausible que las energéticas erupciones solares pueden ser un eslabón esencial en la cadena de causas que gatillan a los eventos ENOS, especialmente si existe una andanada de erupciones solares de semanas de duración. Los Rayos-X de alrededor de 10 Å se intensifican en un factor de 100 o más durante las fulguraciones de proporciones medianas, mientras que las fulguraciones poderosas pueden amplificar el nivel de Rayos-X por un factor de 1000. Refiero al lector a mi estudio “Solar rotation, impulses of the torque in the Sun’s motion, and climatic variation” (Landscheidt, 1988) que describe la manera en que los Rayos-X producidos por las energéticas erupciones pueden acentuar la actividad de las tormentas eléctricas. Las severas tormentas eléctricas están ligadas a los ciclones tropicales (Williams, 1977) que podrían gatillar y mantener a los Niños. (Ramage, 1986). Otra posibilidad son los predictores sísmicos de El Niño conectados con las erupciones solares. Los Niños ocurren durante las sostenidas y simultáneas debilitaciones anormales de la celda de alta presión en el pacífico Sur, centrada generalmente cerca de la Isla de Pascua, y anormales fortalecimientos de la celda de baja presión cerca de la parte norte de Australia. Walker (1995,1999) ha descubierto que, ubicado en el lecho marino dentro de la misma región está uno de los sistemas de cordilleras submarinas que se expanden con mayor rapidez, afectado por fuerte actividad sísmica justo antes de que El Niño comience a desarrollarse. Ya que la correlación entre los predictores sísmicos y los Niños es muy significativa, Walker asume que masivas intrusiones térmicas periódicas pueden jugar un rol importante en el desbaratamiento de las interacciones este-a-oeste de las celdas de alta y baja presión. Handler (1989) y recientemente Adams et al. (2003) también asumen una conexión entre la actividad sísmica y los Niños, pero la basan en forzamientos vía aerosoles de volcanes tropicales explosivos. Según Walker (1999) el sistema de cordillera submarina de rápida expansión incluye a las microplacas de Pascua y Juan Fernández. Las tensiones acumuladas entre esas placas pueden ser liberadas por saltos en la velocidad de rotación de la Tierra. Saltos rotacionales de esta clase fueron observados después de energéticas fulguraciones solares (Danjon, 1959, 1960). La duración del día aumenta en tales casos en dos milisegundos y lleva como seis meses recobrar el estado de rotación anterior a la fulguración. La fuerte actividad geomagnética refleja una fuerte actividad de fulguraciones y pueden ser indicadoras de saltos en la rotación de la tierra. Cuando yo comparé el índice geomagnético aa con la actividad sísmica, encontré una correlación altamente significativa. Los resultados serán publicados en un estudio separado. No pueden caber dudas de que las erupciones solares tienen por lo general un fuerte efecto sobre el tiempo y al clima como parte integrante. Existen cientos de observaciones que muestran con claridad que a los pocos días después de las fulguraciones solares, eyecciones de masa de la corona solar, y prominencias eruptivas, hay diversas respuestas meteorológicas de considerable potencia. En cuanto a la cantidad de publicaciones refiero al lector al Capítulo 4 de mi estudio "Long-range forecast of U.S. drought based on solar activity" (en Español, en este mismo sitio = "Pronóstico a largo plazo de sequías en EEUU basado en la actividad solar") en donde también cito estudios sobre modelos físicos que podrían explicar el efecto de las erupciones solares sobre el clima. Aun cuando no existiesen tales observaciones y potenciales modelos físicos, la ausencia de un mecanismo viable no es un argumento científico válido, ya que la mayoría de los estudios científicos en ciencias naturales comienzan sin el conocimiento de los mecanismos responsables.(Roederer,1993). Muchas prácticas en meteorología están en este nivel heurístico y la humanidad hizo uso práctico de la electricidad mucho antes de nadie conociese qué son los electrones. Epistemológicamente, las etapas de la recolección de datos, establecimiento de las relaciones morfológicas, y montaje de las hipótesis de trabajo, preceden necesariamente a la etapa de las teorías elaboradas. Ya estamos en condiciones de discernir patrones subyacentes en una aparentemente impenetrable maraña de datos sin correlaciones. La pronosticabilidad, basada en tales patrones es una de las piedras fundamentales de la ciencia. Los científicos de mente abierta deberían cooperar para alcanzar el progreso en este campo. Los seguidores del IPCC repiten el mantra de que en las décadas recientes el efecto de la actividad solar, aun prevaleciente en la primera parte del Siglo 20, ha - maravillosamente - desaparecido . Mis correctas predicciones a largo plazo de los últimos tres El Niños y el curso de la última La Niña, basadas exclusivamente en la actividad solar, y los resultados adicionales presentados en las Figuras 4 y 5 de este estudio, son evidencias de lo contrario. Reconocimiento: Referencias: Arnol’d, V. I. (1963): Small denominators and problems of stability in classical and celestial mechanics. Russ. Math. Surv. 18,85. Balachandran, N. K., Rind, D., and Shindell, D. T., 1999: Effects of solar cycle variability on the lower stratosphere. J. Geophys. Res. 104, 27321-27339. Child, M. S. (1993): Nonlinearity and chaos in atoms and molecules. In: Mullin, T., ed.: The nature of chaos. Oxford, Clarendon Press, 272. 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Yo puedo confirmar y dar fé de que el estudio clave en el que el Dr. Landscheidt predijo al Niño de 2002, y la anterior La Niña ("Solar Activity Controls El Niño and La Niña"), fue publicado en el website "Still Waiting for Greenhouse" en enero de 1999, tres años completos antes del evento real, y que la copia de ese trabajo, actualmente en dicho sitio web es la versión original Firmado - John L. Daly (19 de Diciembre de 2003)
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