Viejo opositor a los OGM explica su cambio de opinión
Por Karen Kaplan
Los Angeles Times Science News
Enero 8, 2013
Estas personas protestando en Colombia contra los alimentos
modificados genéticamente creen que están ayudando a presevar
al ambiente, pero no lo está, dice el ex oponente y hoy apoyador
Mark Lynas. (Carmelo Bolanos/Foto AP)
No es a menudo que usted escucha a alguien en frente de un micrófono diciéndole al mundo que estuvo equivocado acerca de un asunto elevado perfil. Pero eso es exacta-mente lo que hizo Mark Lynas la semana pasada en la Con-ferencia de Granjas Oxford, Inglaterra, cuando renunció a su vieja creencia de que los alimentos modificados genéti-camente son peligrosos y ofreció una defensa a ultranza de la tecnología como un medio de alimentar al creciente po-blación sin devastar al ambiente.
“Pido perdón por haber pasado muchos años destruyendo cultivos OGM,” le dijo Lynas a una receptiva audiencia el jueves. “También estoy muy arrepentido de haber ayudado a iniciar al movimiento anti-OGM [organismos genéticamen-te modificados] a medidados de los años 90, y que por consiguiente ayudé a demonizar a una opción tecnológica muy importante que puede usarse para beneficiar al am-biente. Como ecologista, y como alguien que cree que todos en este mundo tiene el derecho a una dieta saluda-ble y nutritiva de su elección, yo no pude haber escogido un camino más equivocado. Ahora lo lamento muy profun-damente.”
Mark Lynas es un periodista y activista cuyo mayor foco son los asuntos ambientales. Es autor de los libros “Seis Grados: Nuestro Futuro en un Planeta Más Caliente” y “Las Especies de Dios: Cómo el Planeta Puede Sobrevivir la Era de los Humanos”. Él explicó que fue su investigación sobre la ciencia del cambio del clima que le forzó a confrontar sus creencias de larga data acerca de los peligros de los ali-mentos OGM: “Supongo que se estarán preguntando, 'qué pasó entre 1995 y ahora que me hizo, no sólo cambiar de parecer, sino de venir aquí y admitirlo? Bueno, la respuesta es bastante simple: Descubrí a la ciencia.”
Hasta ese tiempo, dijo, su visión sobre los alimentos con ingeniería genética estaba formada por una combinación de muchas fuerzas no científicas, incluyendo la desconfianza por las grandes corporaciones, temor por tecnologías no comprobadas, y una incomodidad “a nivel de las tripas.”
“Cuando primero escuché acerca de la soya [soja] GM de Monsanto yo sabía exactamente lo que pensé. Aquí está una enorme corporación norteamericana con un feo historial, poniendo algo nuevo y experimental en nuestra co-mida sin decírnoslo. Mezclar genes entre especies me parecía algo tan antinatural como usted pueda imaginar –aquí estaba la humanidad adquiriendo demasiado poder tecnológico; algo que estaba destinado a ir horriblemente mal. Estos genes se desparramarían como alguna clase de polución viviente. Era una cosa de pesadilla.”
“Estos miedos se extendieron como un fuego salvaje, y en unos pocos años los OGM fueron esencialmente prohibi-dos en Europa, y nuestras preocupaciones fueron exportadas por ONGs como Greenpeace y Amigos de la Tierra al África, India y el resto de Asia, donde los OGM siguen prohibidos hasta hoy. Esta fue la campaña más exitosa en la que estuve involucrado.” Para ayudar a impulsar estos miedos, dijo Lynas, “nosotros empleamos un montón de imágenes acerca de los científicos en sus laboratorios riendo demoniacamente a medida de que jugaban con los más básicos ladrillos de la vida. De allí viene la etiqueta alimentos Frankenstein, o “Frankefood”.
En su trabajo sobre el cambio climático, Lynas dijo que estaba muy frustrado con la gente que se rehusaba a reconocer que el planeta se estaba calentando.
“Me encontraba argumentando constantemente con personas que yo consideraba como anti-ciencia incorregibles, porque no querían escuchar a los climatólogos y negaban la realidad científica del cambio climático. De manera que les peroraba sobre el valor del 'peer review' (o revisión por los pares), acerca de la importancia del consenso cien-tífico y cómo los únicos hechos que importaban eran los publicados en las revistas científicas más distinguidas.”
Eventualmente cayó en cuenta de que él era culpable de lo mismo cuando vino a los alimentos genéticamente mo-dificados Después de escribir un artículo anti-OGM en el diario inglés The Guardian en 2008, Lynas fue impactado por un comentario en particular de un lector que cuestionaba la lógica de estar opuesto a la ingeniería genética simple-mente porque las grandes corporaciones estaban a favor de ella.
“Uno no lucha contra las malas acciones corporativas de la industria del automóvil, por ejemplo, demandando que se prohíba a la rueda,” concluía el comentarista bajo el alias “Fósil”.
Las palabras de Fósil impulsaron a Lynas a leer lo relativo a la ciencia de los OGM. “Descubrí que uno a uno, mis adoradas creencias sobre los OGM resultaron ser poco más que mitos urbanos verdes,” dijo. Confesó:
“Yo suponía que aumentaría el uso de productos químicos. Resultó que el algodón y el maíz resistentes a las pestes necesitaban mucho menos insecticidas.”
“Suponía que Los OGM beneficiaban sólo a la grandes compañías. Resultó que miles de millones de dólares de bene-ficio iban a los bolsillos de los granjeros que necesitaban usar menos insumos.”
“Suponía que la Tecnología Terminator” [que pretendía que las plantas produjesen semillas estériles inútiles] le estaba robando a los granjeros el derecho a ahorrar semillas. Resultó ser que los híbridos ya lo hacían desde mucho tiempo atrás, y que el efecto Terminator nunca ocurrió.”
“Yo suponía que nadie quería a los OMG. En verdad, lo que sucedió fue que el algodón Bt [que produce su propio pesticida para luchar contra el gusano y otras pestes] fue pirateado a la India y la soya RoundUp Ready a Brasil y Argentina porque los agricultores estaban ansiosos de usarlos.”
“Suponía que los OMG era peligrosos. Resultó ser que eran más seguros y más precisos que el crecimiento conven-cional usando mutagénesis, por ejemplo; la ingenría genética mueve un par de genes, mientras que el crecimiento convencional embarra todo el genoma en una manera de ensayo y error.”
“Pero, ¿qué hay acerca de mezclar genes entre especies no relacionadas? ¿El pez y el tomate? Resulta que los los virus lo hacen todo el tiempo, como lo hacen las plantas, los insectos y hasta nosotros mismos –se llama flujo de genes.”
“Lo más importante,” dijo Lynas, “la ingeniería genética es una herramienta clave que puede ayuda a los agriculto-res a alimentar a las 10 mil millones de personas que estarán viviendo en el mundo en un futuro no muy lejano sin tener que convertir a todas las selvas lluviosas en campos de cultivo. “Entre 1961 y 2010,” dijo, “las tecnologías que aumentaron el rendimiento de las cosechas evitó la necesidad de arar un área el doble del tamaño de Sudamérica.”