Apartarnos de las tecnologías "sucias" para la producción de electricidad, y dirigirnos hacia las tecnologías más limpias es una necesidad, considerando que somos 6 mil millones de consumidores en este planeta, en rumbo a ser 9 mil millones para antes de que termine el siglo 21. Se abren muchos caminos para la humanidad, muchos de ellos conduciendo a un ambiente mejor; pero hay dos categorías que harían, la primera, las cosas bien, y las segunda que harían las cosas mucho peores:
En la primera categoría:
1) Más fondos para investigación y desarrollo para acelerar el cambio a la economía del hidrógeno.
2) Más fondos para desarrollar ideas innovadoras en el campo de las energías renovables
(generadores de mareas flotantes, por ejemplo).
3) Cambiar de las estaciones quemadoras de carbón a las "más limpias" que queman gas.
4) Moverse decididamente a la energía solar, desarrollando tejas que funcionen como colectores solares.
5) Imponer un alto impuesto a las derrochadoras lamparitas eléctricas convencionales, y reducir el precio de las lámparas de bajo consumo, a través de compras masivas de las administraciones públicas. Lo mismo para otros electrodomésticos.
6) Dar los adecuados incentivos para las aislaciones en hogares y edificios.
7) Aprovechar la energía geotérmica donde sea posible, usándola para producir hidrógeno
(Islandia ya está moviéndose en esa dirección).
8) Promover sistemas combinados de calefacción y electricidad para reducir el gasto de
energía
9) Favorecer programas de distribución de energía y respuesta a la demanda.
(ver el Programa de Energía de California, disponible a solicitud)
En la segunda categoría:
1) Desatar fuerzas que constituyen un peligro para todas las formas de vida, como la
energía nuclear.
2) Dañar más aún lo que todavía queda del ambiente natural -áreas silvestres, biodiver-
sidad, y paisajes agrícolas - para producir pequeñas cantidades de electricidad limpia
respaldadas por estaciones quemadoras de carbón en "stand-by" y emitiendo gases
inútilmente. Estoy hablando de las engañosamente llamadas "granjas eólicas".
Aquí estan los hechos: Una sola planta de gas de ciclo combinado, de 1000 Mw de capacidad, relativamente limpia en cuanto a la emisión de gases de invernadero (y no construida en un paisaje prístino), normal y confiablemente produce 800 Mw todo el tiempo, día y noche, todo el año, sin interrupciones. Para producir la misma cantidad de electricidad usando turbinas de viento, que en promedio anual trabajan a 30% de su capacidad debido a las naturaleza fluctuante del viento, sería necesario: 3,555 turbinas de viento de 750 Kw de capacidad cada una, o 2,666 turbinas de 1 Mw de capacidad cada una, o - 1,333 turbinas de 2 Mw de capacidad cada una.
Cualquiera de estas cifras - 3,555/2,666/1,333 - involucra la degradación de considerables extensiones de territorio con importunas estructuras de 100 a 180 metros de altura, sus líneas de alta tensión asociadas, sus caminos de acceso, sus inamovibles bases de cemento emportadas en la roca, sus subestaciones de transformadores eléctricos, etc. Dado que una "granja eólica" puede contener de 1 a 400 o más turbinas, digamos unas 50 en promedio, estamos hablando de unas 71/53/26 plantas respectivamente - para producir la misma cantidad de energía que una sola planta de gas natural, sabiamente construida en una zona industrial. Una planta que está siendo erigida cerca de Carcassonne, Francia, tiene 175 metros de altura.
De modo que el primer efecto negativo de usar esta forma de energía renovable es multiplicar la cantidad de plantas industriales de 26 a 71 veces. El segundo efecto negativo es construir estas estructuras industriales en los hasta ahora preservados paisajes, porque las turbinas de viento se ubican donde el viento sopla más fuerte: en las cimas bien visibles de colinas y sierras, faldeos montañosos o líneas costeras. Allí, son vistas desde 30 kilómetros a la redonda en días claros. Considerando que una solitaria turbina tiene el potencial de degradar el pasiaje de 2826 kilómetros cuadrados (30 km x 30 km x 3.14 ). Multiplique esto por 26, 53, 71 plantas, y se pueden afectar 73.476, 149.778, 200.646 kilómetros cuadrados de campo para una cantidad de electricidad que se podría producir con una sola planta convencional construida oculta a la vista. Para comparar esto con algo tangible: Gran Bretaña cubre un área de 244.004 kilómetros cuadrados.
Pero Downing Street quiere erigir unas 20.000 turbinas para el 2020, para producir el 20% de la electricidad de Gran Bretaña. De manera que estamos hablando de potencialmente arruinar 1.300.613 kilómetros cuadrados de territorio es decir, 5 veces el tamaño del país. Entonces, o la densidad de las plantas de viento tendrá que ser 5 veces más grande que mi premisa original, o cada planta deberá incluir 5 veces más turbinas - o una combinación de ambas. En cualquier caso, la calidad de vida en Gran Bretaña será perjudicada para todos: los residentes en el campo, los viajeros, los que viajan a sus trabajos todos los días, los que salen de vacaciones, los marinos, y los turistas por igual.
Los Estados Unidos, Canadá, Alemania, España, Japón, Australia y Nueva Zelandia, entre otros, tienen planes similares. Doscientos años de cuidadoso manejo de las tierras, segregando las zonas industriales de las residenciales, agrícolas y de vida silvestre están siendo descartadas en todas partes, en la exagerada promoción de la energía eólica. La faz de la tierra está próxima a cambiar para siempre.
Todo esto para beneficio cero en términos de cambio climático. En un informe publicado el 30 de Agosto de 2002 por la Real Academia de Ingeniería de Gran Bretaña se dice:
"La Revista de Energía pone gran fe en la energía eólica y propone instalar 22.000 Mw de capacidad en turbinas de viento para el 2020. Sin embargo, datos de la Oficina de Meteorología muestran que el registro de vientos del país no es confiable. La más probable producción de energía en la vida real es menor que 7.000 Mw. Para asegurar la provisión sería necesario el respaldo de hasta 16.000-19.000 Mw de plantas convencionales de generación, agregando un costo extra de £1 billón (de libras esterlinas) a los costos."
Para respaldar la producción de electricidad de las "granjas eólicas" es necesario tener plantas convencionales de generación trabajando en vacio, listas para producir electricidad instantáneamente cuando el viento disminuye -o sopla demasiado fuerte. (California aprendió la lección a un inmneso costo - esto explica su poco entusiasmo por las "granjas de viento"). Pero el modo de respaldo en "stand-by" es particularmente ineficiente en términos de emisiones de gases; igual que los automóviles moderando ante un semáforo en rojo, estas plantas emitirán considerable cantidad de gases para nada. Y deberán estar funcionando al mínimo las 24 horas del día, sólo para estar listas para reemplazar a las turbinas, cuando éstas se detienen. No me hablen de que la energía eólica es "limpia".
Debemos agregar a ello, los gases producidos masivamente durante la construcción de las mismas plantas eólicas: para fabricar el acero y los plásticos para las turbinas, cables de alta tensión y otras infraestructuras; para hacer el asfalto de los caminos de acceso, el cemento de las bases de concreto de decenas de miles de gigantescas torres de viento; más todos los combustibles fósiles quemados por los equipos pesados de movimiento de tierra, los camiones, los vehículos en general.
A este respecto, no nos olvidemos que cientos de "granjas de viento", para ser integradas a las redes estaduales, regionales o nacionales, requerirán de miles de kilómetros de nuevas líneas de alta tensión, cientos de miles de nuevas torres, muchas nuevas sub-esta-ciones, etc. Y por encima de todo está el hecho de que las "granjas" y las infraestructuras relacionadas deben ser construidas por añadidura a, y no en lugar de las plantas convencionales de combustibles fósiles, a causa de la intermitencia de los vientos y de la necesidad "sine qua non" del respaldo de las plantas convencionales, y todo para lograr una cantidad total de electricidad que difícilmente sea mayor, pero en su mayoría, será desplazada a otros sitios.
Considerando a los innecesarios gases extra agregados, producidos durante la construcción de las plantas de viento, y las líneas de alta tensión para conectarlas a la red interconectada nacional, más los gases producidos durante la marcha en vacío de las plantas convencionales movidas por medio de combustibles fósiles, a lo largo de toda la vida de la "granja", es sumamente claro que no se conseguirán verdaderos ahorros en la emisión de CO2.
El informe del Engineer's Review también advierte:
"La Revista de Energía impone una meta de 20 por ciento de nuestra energía a partir de las energías renovables para el 2020. Aunque esta es una meta loable, es sobre-optimista y no contempla al problema fundamental con todas las fuentes renovables: son intermitentes. La experiencia en el Continente, especialment en Dinamarca, muestra que la estabilidad de la red eléctrica puede verse fuertemente afectada cuando la penetración de las renovables aclanza el 15 por ciento."..
Esta, y otras consideraciones tales como la carga financiera para el Estado, los impactos negativos sobre el público, el turismo y el ambiente, impulsaron al nuevo gabinete Danés a anunciar el fin de los subsidios para la industria del viento.
Como si el arruinar el paisaje, y con ello nuestra calidad de vida, para ningún benficio real y a un elevado costo, no fuese suficiente:
"Es necesario mayor apoyo para la investigación y desarrollo de la economía del hidrógeno. La Revista de Energía parece aceptar el cambio de combustibles, probablemente hacia el hidrógeno, como algo inevitable en el largo plazo, pero es reacia a recomendar alguna acción temprana o señalar que esta es la solución preferida del gobierno." (también del informe de la Real Academia de Ingeniería)
Resulta obvio que el dinero público gastado para subsidiar a las inútiles y dañinas granjas eólicas no puede hacerse disponible para la R&D (investigación y desarrollo) en soluciones reales, tales como el hidrógeno. De manera que actual "boom" de la energía eólica tiene todavía otro efecto negativo: frena nuestra conversión a la economía del hidrógeno. Gracias a la subsidiada energía eólica estaremos quemando combustibles fósiles durante más años que los necesarios -exactamente lo opuesto a lo que Greenpeace, el WWF, etc. están esperanzados de alcanzar cuando promueven a la energía del viento.
Otros efectos desagradables de esta energía incluyen: ruido, fuegos (por cortocircuitos o rayos - unos 35 incendios generados por turbinas eólicas anuales en California), impacto negativo sobre el turismo (descontando los iniciales visitantes atraídos por la novedad, y los escolares llevados por sus maestros) erosión del suelo, contaminación del agua subterránea por lubricantes y líquidos de limpieza, destrucción del hábitat animal - y/o perturbación - y la consecuente reducción de inapreciables áreas silvestres en el mundo.
Finalmente, tenemos el problema de los pájaros:
Se ha estimado que unas 4 a 5 millones de aves mueren anualmente en todo el mundo debido a la colisión con cables y torres de transmisión (y sus cables tensores). Estos son obstáculos inamovibles. No se han aventurado estimaciones acerca de cuántas aves serían muertas por 500.000 hélices gigantes batiendo el aire desde Seattle hasta Sydeny. Se han hecho algunos estudios de campo, y sus informes fueron rápidamente archivados. Por ejemplo: sabemos por la Comisión de Energía de California que las 7.000 turbinas de Altamont Pass mataron en 1989 a 60 águilas doradas y 300 halcones de cola roja. (para no hablar de las aves más pequeñas). En Nasudden, Noruega, los investigadores Winkelman y Karlsson contaron 49 pájaros muertos por una sola turbina durante una noche de migración. Extrapolando esa cifra a 500.000 turbinas distribuidas a lo ancho del mundo, llegaríamos a unas 24.500.000 aves muertas... en una noche. Conozco los límites de las extrapolaciones, pero es importante visualizar la magnitud del problema.
Eso, y otras evidencias de España y Holanda, nos lleva a la conclusión de que millones de aves serán muertas por las granjas de viento cada año. Es triste, pero aves emblemáticas como las águilas, los halcones y águils pescadoras, las cautivantes aves como las cigüeñas, grullas, y cisnes, y las deliciosas aves como las migrantes canoras serán diezmadas. Algunas especies pueden desaparecer por completo.
En conclusión:
Las plantas eólicas son perjudiciales de diversas e importantes maneras, beneficiosas en nada, y le cuestan una fortuna a los contribuyentes y consumidores, más aún a los residentes cercanos en términos de la depreciación del valor de sus propiedades. Son antieconómicas e inútiles. Pero son altamente rentables para sus promotores porque están subsidiadas. Tanto vale para los líderes de una industria que han unido fuerzas para hacer lobby a nivel político, mediático y ecológico, silenciando a la oposición con dinero - dinero de los contribuyentes saqueados de las subvenciones. Conozco una sociedad de pájaros que recibe donaciones de las compañías eléctricas que llega al 25% de su presupuesto anual.
El dinero de los contribuyentes ha sido usado de esa manera para construir un aparente consenso en favor de la industria del viento. Los políticos, por un lado, están todos de acuerdo en esta aventura cargada de dinero, que encima de todo les da una favorable imagen "verde". Los ecologistas también promueven las granjas de viento, en la ilusión de que las emisiones de gases de invernadero disminuirán . Como resultado de tan amplio consenso, fortalecido por la activa propaganda y las intrigas del lobby de la energía eólica, los medios no consideran digno de publicación a las opiniones en contrario - lo que a su vez favorece la ignorancia y la perpetuación del ciego consenso que está trabajando para el detrimento de la naturaleza y la humanidad.
De manera que parece que las turbinas de viento seguirán desparramándose por el globo con desastrosos efectos para los pájaros, para el paisaje, y de allí para la calidad de vida de todos; y sin ahorro ninguno de las emisiones en gases de invernadero. Por el contrario, se producirán más gases al final, ya que los subsidios a la industria del viento impedirán que ese dinero vaya para acelerar nuestra conversión a la economía del hidrógeno: los políticos no sienten ninguna presión al respecto, gozando de la situación en su imagen verde provista por su agresiva política sobre la energía eólica, y con todas las ganancias y cenas asociadas con la eficiente acción de lobby de una industria rica en dinero en efectivo --a costa de los contribuyentes.
California y Dinamarca, que tienen la mayor experiencia en el campo de las turbinas de viento, no piensan en el viento para su futuro. ¿No es tiempo ya de que nos demos cuenta? ¿Antes de que 500.000 inamovibles bases de concreto, del tamaño de una piscina, sean volcadas sobre el paisaje desde Vancouver hasta Auckland? ¿Antes de que innumerables columnas sean agregadas al paisaje? ¿Antes de que el horizonte sea arruinado para siempre en todas partes por gigantescas estructuras metálicas batiendo el aire --y las aves? ¿Y sin ningún beneficio en términos de cambio climático?
Es tiempo de que estudiemos cuidadosamente el nuevo Plan de Energía de California. Contiene muchas respuestas.
Mark Duchamp
Conservationista
Calpe, España
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