No hay nada que luzca con más autoridad que una fórmula matemática. Proclama exactitud, precisión, y aparece como más creíble que las simples palabras, aún cuando el lector pueda no comprender lo que la fórmula dice.
Esta fórmula en particular proviene de un estudio publicado en la revista Australian Meteorological Magazine, (v.50, 2001, 1-13) titulado 'Características de las Islas de Calor Urbano en las Ciudades del Sudeste de Australia' cuyos autores son Torok et al. La fórmula es el resultado de un estudio de cuatro investigadores sobre la magnitud de los efectos de las islas de calor en cuatro pequeñas ciudades en el Sudeste de Australia y establece una regla general para la estimación de las islas de calor en tales poblados a partir de datos locales.
Los autores reconocen que Melbourne (3 millones+ de población) tuvo una diferencia máxima de temperatura urbana-rural (Tu-r (max) ) de 6,8º C basados en un estudio previo, y que hasta Hobart, con sólo 130.000 habitantes tuvo un Tu-r (max) de 5.7º C. Ello condena a todas las grandes pequeñas ciudades a ser creíbles lugares en donde se puede detectar las fracciones de grado en el cambio necesarias para la detección de genuinos cambios del clima.
¿Pero, qué pasa con las ciudades pequeñas? Torok et al. Ensayaron a Hamilton (pobl. 9.171), Cobden (pobl. 1.477) y Camperdown (pobl. 3.315). Los resultados mostraron que las diferencias entre ciudades y campo variaron entre 1º C y 5,4º C. Los investigadores también encontraron una diferencia significativa entre las mediciones tomadas sobre concreto y tomadas sobre pastos, siendo moderada la isla de calor si la caja meteorológica está ubicada en un ambiente con pastos.
Estas ciudades pequeñas tienen poblaciones que harían que se las designara como 'rurales' en los conjuntos de datos del CRU y del GISS, y tienen sin embargo significantes islas de calor que podría invalidarlas para ser usadas como lugares donde detectar cambios climáticos usando datos de temperatura local. La información de todas estas ciudades permanecerían sin corregir como 'islas de calor' aún cuando el fenómeno se interna en las diferencias urbana-rural de grados enteros para todas ellas.
Los autores concluyeron:
Estos resultados implican que las estaciones climatológicas en las grandes ciudades debería ser excluidas de preferencia de los estudios del cambio de clima a largo plazo, y aquellas en las ciudades pequeñas deberían estar ubicadas lejos del centro de la ciudad.
Es tiempo ya de que el IPCC y quienes mantienen los datos de la superficie, CRU y GISS, tomen a la islas urbanas con la necesaria seriedad para rever todos los registros alrededor del mundo, y realizar una profunda purga en todos aquellos emanados, no sólo de las ciudades grandes, sino también de los poblados pequeños. Dado que hasta las pequeñas poblaciones Australianas han demostrado tener una significativa distorsión de los datos debido a la urbanización, entonces las ciudades Europeas y americanas más densamente compactadas mostrarán efectos de distorsión aún más severos.
Para promover el 'calentamiento global' entre el público, se le debe asegurar primero que los datos que se le presenta no son simplemente una sumatoria de miles de calentamientos urbanos localizados. Las estaciones en el campo son pocas en número, pero de manera colectiva podrían presentar una imagen más precisa de las tendencias del clima que los datos irremediablemente contaminados de las áreas urbanas, aún de las pequeñas.
El estudio fue presentado originalmente al Australian Meteorological Magazines en Diciembre de 1998, pero no fue publicado sino recién en Marzo de 2001 un tiempo muy largo entre la presentación y su publicación, aún para dicha revista. Esto contrasta con la ansiosa vía rápida que reciben los estudios pro-calentamiento por parte de las principales publicaciones.
Postscript: (2 Junio 03) Estoy agradecido a Miceal O'Ronian que hizo el gráfico de la fórmula más arriba. El resultado es sorprendente. La fórmula dice que el mayor efecto de isla urbana ocurre con las primeras 5.000 personas, o más o menos, con el efecto frenándose a medida que la población aumenta. Esto significa que hasta los poblados más pequeños tienen islas de calor que igualan a las de las ciudades grandes. Dado que esta fórmula es específica para las ciudades Australianas, el efecto sería aún más pronunciado en las ciudades más densamente pobladas de Europa y América del Norte.
No es sorprendente que ni el IPCC ni las instituciones que componen los registros de superficie son renuentes a considerar a las islas de calor seriamente. Hacerlo sería invalidar totalmente la noción de un aumento de +0,7ºC durante el último siglo, y con ello socavar toda la lógica para la masiva industria del 'calentamiento global'.